jueves, 1 de octubre de 2009

Debate para el insomnio

Las democracias nos llaman a elegir cada determinado tiempo a quien va a desempeñar un cargo público. Las campañas están diseñadas para que cada uno de los candidatos nos diga por qué es mejor que el otro. La mayoría de las veces buscamos elegir a alguien hurgando en su pasado. Creemos que lo que ha hecho determinará su rendimiento en el futuro.

Cuando era niño, recuerdo que vi parte del debate del 94 en México. A la mitad me había aburrido y me quedé dormido, pero recuerdo al Jefe Diego atacando a la yugular de Cuauhtémoc Cárdenas, demostrando la adquisición misteriosa de propiedades en Michoacán cuando fue gobernador y algunas otras cosas. El pasado sepultó a Cárdenas en aquella ocasión.

En diciembre de este año se elegirá al nuevo presidente de Chile. Hay cuatro candidatos y la posibilidad de una segunda vuelta, por lo que si nadie obtiene más del 50% de los votos, los dos punteros van a una nueva elección. Este último panorama es el más probable. En la contienda hay un candidato de derecha y tres que dicen representar a la verdadera izquierda, sector que ha gobernado Chile durante los últimos 20 años. A pesar del buen desempeño macroeconómico del país, la mayoría de la gente espera algún tipo de cambio.

El candidato puntero es Sebastián Piñera, el de la derecha y quien hace cuatro años perdió la segunda vuelta contra Bachelet. Es el hombre más rico de Chile, dueño de la única aerolínea, un canal de TV y el estadio del Colo-Colo; como una mezcla de Slim con Azcárraga. Es un tipo con un semblante duro y que al menos a mí, no me inspira confianza. Entre sus detractores las acusaciones son temerarias, desde explotador de sus trabajadores hasta corrupto. Hace poco, me tocó hablar sobre él con un muchacho que aborrece a la derecha. A pesar de la animadversión, me confiesa que él apostaría a que Piñera será el presidente. En este momento, yo haría lo mismo.

El principal contendiente de Piñera es el ex presidente Eduardo Frei, quien gobernó el país durante los 90s. Su discurso es el más cercano a la continuidad del buen trabajo de Bachelet y sus antecesores (incluido él). Creo que sus ideas y planteamientos suenan atractivos, pero la gente que le cree es la misma que votó por él y no parece generar mucha simpatía entre los independiente. Aparte, no recuerdo alguna experiencia democrática que haya terminado bien, cuando un ex presidente gana el poder años después. Casi todas se convierten en algo cercano a un autoritarismo. Desde Santa Anna y Díaz en México hasta Balaguer en República Dominicana, Perón en Argentina, etc.

Hasta hace poco tiempo era casi seguro que Frei y Piñera llegarían a la segunda vuelta. Sin embargo apareció el caballo negro: un candidato sumamente joven, atractivo y con un discurso interesante sobre cambio moderado, muy difícil de transmitir pero que ha articulado y dado a entender. Se llama Marco Enríquez Ominami.

Marco es un candidato independiente y su ascenso ha sido meteórico. Cuando en julio llegué a Chile, aún estaba juntando firmas para registrarse. Después de alcanzar el registro, varios analistas decían asombrados que con 3% en las encuestas había llegado a su techo. Hoy ronda el 18% y es la única posibilidad de arrebatarle el triunfo a Frei e incluso a Piñera. Es el candidato que más me gusta para llegar a segunda vuelta, aunque no creo que sea presidente.

El último candidato es el romántico idealista y el más grande de edad. Jorge Arrate es el candidato del lado más izquierdoso de la izquierda, aunque fue ministro durante el gobierno de Frei. Sin embargo, no alcanza ni el 5% de la votación.

La semana pasada fue el primer debate entre todos los candidatos. Me pareció que Frei había ganado, aunque todas las encuestas posteriores lo dieron como perdedor. Frei citó un documento de Transparencia Internacional donde se argumentaba que Piñera aumentó su fortuna aprovechándose de su puesto como senador; un ataque fuerte, frontal y de una fuente confiable. Piñera respondió con un ataque más fuerte y frontal, aunque su fuente fue la voz del pueblo “senador Frei, lo de mis negocios se discute en la tribuna pública, a diferencia de usted, cuyos negocios sólo los conocen usted y su hermano”. Creo que lo que vi como un excelente ataque, a la gente le pareció un exceso. La esperanza en el futuro pudo más que el pasado.

A pesar de que me gusta enterarme de primera fuente y analizar ese tipo de cosas, a la mitad de la transmisión ya me había aburrido, como cuando vi mi primer debate de niño. Había olvidado que tampoco terminé de ver los debates entre candidatos mexicanos del 2000 y 2006.

El debate chileno intentó copiar parte de los formatos gringos, como preguntas del público y el sorteo de temas para que los candidatos respondieran a bote pronto. Su intento fue fallido. Creo la principal razón es que los tiempos eran rígidos y cada candidato tenía determinados segundos para una exposición que no partía de planteamientos individuales. Cuando el reloj llegaba a ceros se pasaba al que seguía y así indeterminadamente. Gran parte de las exposiciones se refugiaron en lugares comunes: el pueblo chileno pide, la calidad de vida, la señora que no tiene casa, bla, bla…

Los debates gringos son sumamente seductores. Recuerdo uno entre Obama y Hillary que escuché con atención, pero hoy no encontré el video. Los moderadores interpelaban a los candidatos y los obligaban a no refugiarse en las frases comunes como el pueblo dice, la calidad de vida, la sonrisa de los niños. También había videos con personas preguntando directamente a los candidatos sobre acciones específicas, no generales.

Los candidatos gringos juegan también a ser estrellas de la televisión, se ríen ante la cámara, dicen buenas bromas, plantean propuestas concretas, se atacan frontalmente pero sin provocar o denostar. Un espectáculo muchas veces más entretenido que muchos partidos de fútbol.

En otro tipo de formatos gringos, un candidato expone sus ideas y el otro puede levantar la mano para interrumpir. El moderador determina a quién darle la palabra para que exista orden dentro del caos. En este video, Hillary hace un gran ataque a Obama basándose en su pasado. Lo encontré en youtube y no pude dejar de verlo. Aparte argumenta en poco tiempo la idea de por qué alguien que actuó mal en el pasado no será un buen presidente en el futuro.

A diferencia de los formatos tradicionales, este tipo de encuentros no fomentan el sueño del espectador.

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