miércoles, 30 de septiembre de 2009

Leyenda de plástico

El nuevo texto en la página de un2go. Este es el link:
http://www.un2go.org/home/?p=822
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Leyenda de plástico

Los mitos y leyendas explicaban lo que nadie entendía: por qué hay sol, lluvia o por qué la tierra se mueve. Un desconocido llamado anónimo inventaba historias románticas que los pueblos consideraban ciertas. Aunque la ciencia ha avanzado mucho, aún hay muchas historias que dicen otro grupo de anónimos, pero que hoy ya tienen un nombre. Les decimos científicos.

Cuando era niño me contaron que si el mundo sufría una guerra nuclear, las cucarachas serían los únicos seres que sobrevivirían, según los científicos. Mis padres me lo contaron, como seguramente hace siglos a un niño noruego le platicaron de las hazañas de Thor o a un católico de las siete bestias del Apocalipsis. La leyenda nos recordaba que los hombres podemos construir grandes edificios, pero que uno de los seres que más nos repugna se quedaría con el mundo si lo destruíamos.

Una parte de la historia es incompleta. De terminar la existencia humana por un conflicto nuclear, el reino cucaracho tendría entre sus súbditos a las miles de toneladas de bolsas de plástico que se quedarían en el ambiente. Ellas no serían reyes porque carecen de vida, pero serían un problema de salud en las cucarachas.

Las bolsas de plástico fueron creadas por los comercios para ayudar a los clientes a transportar sus compras en la década de los 70. Increíblemente llevan menos de 50 años con nosotros y ya son todo un peligro. Sin duda son útiles e higiénicas, pero también son peligrosas para otras especies. Más de 40 especies marinas mueren en el mar porque confunden este material con sus alimentos. El problema no es en sí mismo su utilización, sino su escasa reutilización, pues sólo el 1% de las bolsas que regalan en los supermercados se recicla.

En lugar de emprender una acción colectiva para reutilizarlas, en algunos países se les declaró la guerra. En Irlanda, China, Alemania y Finlandia cobran las bolsas de plástico que uno usa en el supermercado. Cuando viví en Helsinki la situación no fue el fin del mundo. Me acostumbré a llevar conmigo una mochila, que sigo utilizando cada vez que voy al súper. Otros países como Holanda cuentan con bolsas que pueden transformarse en composta. Hace poco encontré bolsas ecológicas, las cuales son igual de higiénicas y útiles, pero se descomponen más rápido. Otros países como España, México o Chile continúan con la tendencia y esperan erradicar su uso irresponsable.

Trato de imaginar el mundo en 500 años y aparecen, junto a los autos voladores y los viajes de fin de semana al espacio, unas cucarachas. También ciertas bolsas de plástico que aún continúan en el mundo, aunque sólo son aquellas que alguien tiró en el pasado. Cargar una mochila al ir al supermercado sirvió de algo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Obligado a comprar pirata

Cuando era estudiante compraba mucha piratería, en parte porque mi casa está frente a una estación de metro. Aunque con un presupuesto limitado la decisión era sencilla: podría gastar 80 pesos (menos de 7 dólares) en comprar tres películas de estreno, unas palomitas y una cerveza; o ir a un cine y gastar 12 dólares en una sola película con palomitas y refresco mediano. Cuando comencé a trabajar y mejoró mi ingreso, me hice un poco más responsable del abuso que sufren las distribuidoras. Ya no visito el puesto pirata frente a mi casa.

A pesar de que mi abuela no vive frente a una estación de metro, en algún momento se acostumbró a comprar piratería. Los argumentos sobre la economía y el bienestar del país o la calidad del producto nunca la han convencido. Prefiere gastar 20 pesos y comprar una película o un disco pirata que ir al cine a ver una película en la que invariablemente termina dormida. Aparte sólo ve cintas de Pedro Infante o los Hermanos Almada y esas ya no las pasan en el cine.

Mi abuela me lleva 50 años exactos. A pesar de que podría pensarse que la tecnología la rebasó, se ha adaptado bien a los cambios. Sabe poner un disco compacto, en su estéreo suenan estaciones modernas y aprende fácilmente a utilizar aparatos novedosos como su DVD o su mp3 conectado a unas bocinas. Sólo no deja de usar su máquina de escribir y su cámara fotográfica de rollo.

Le encanta escuchar la misma música del mismo cantante por un tiempo, ya que sus gustos musicales cambian. De repente prefiere a Joan Sebastian, a José Alfredo o a Luis Miguel. En parte para agradecerle todos los años que me cuidó, hace poco le compré un reproductor MP3. Nunca pensé que se haría clienta frecuente de la piratería. Las empresas discográficas no venden discos MP3 originales, ni siquiera a un precio alto.

Alguna vez había leído de ello en un blog, pero nunca había visto sus implicaciones. Para que alguien utilice el estéreo mp3 que compró para su casa o que viene con su auto, debe emplear miles de horas bajando los videos de youtube (o pagando cientos de dólares por ellos), para después quemarlos en un disco compacto. Sin embargo, el único lugar donde mi abuela obtiene un disco para utilizar el equipo que le regaló su nieto es el tianguis del mercado.

Las compañías discográficas y cinematográficas se quejan de la piratería. Nunca dejará de ser un abuso que alguien tome la idea y el trabajo de alguien más para obtener ganancias sin dar regalías. Sin embargo, también es ridículo que los precios de utilizar cada canción sean tan altos que no puedan ponerse los mejores 100 videos de los 90 en un disco compacto. La ambición hace perder a las disqueras dinero y luego su trabajo es malbaratado por alguien con mucho tiempo e ingenio.

Los discos con millones de canciones son una gran oportunidad de venta y algo que los consumidores exigen a gritos. La serie de Los Años Maravillosos no ha podido salir en DVD porque el pago de los derechos de la gran cantidad de canciones que utilizaba es muy alto. ¿Qué hace el fanático? ¿Deja de ver la serie? Por supuesto que no, toma sus videos viejos, los transforma a algún formato de video digital y los sube a internet.

Desde un punto de vista meramente de elección racional, los distribuidores argumentan que comprar original es comprar calidad. Tienen razón en la mayor parte de las ocasiones. Sin embargo, ¿qué me convendría más? ¿Comprar un disco de mp3 con baja calidad en el mercado a un dólar o tres discos originales + un dvd a 15 dólares? Hace poco me incliné por el original para tener todos los éxitos de José José en mi colección. Sin embargo, maldigo cada vez que tengo que cambiar el disco. Quizás mi compra fue estúpida.

Otro argumento para no comprar piratería es fatalista. Si en algún momento todos dejan de comprar original, el mercado dejaría de existir. No sería negocio gastar miles de millones de dólares en algo que después cualquiera toma y obtiene ganancias. Es un argumento seductor, pero que responde a la realidad de hace 40 años. Hoy muchos pueden hacerse ricos o famosos a través de internet con un costo mínimo.

El negocio en casi toda industria está en vender a las grandes marcas la promoción de su producto y que ellas absorban el costo de la producción, como ocurre en la televisión abierta. La idea del sitio de videos de Yahoo me parece ha sido desaprovechada. Antes de empezar cada video, te aparece un comercial. Particularmente no me importaría que en mi hipotético disco original con 30,000 éxitos de Luis Miguel, cada 20 canciones se escuchara un anuncio de Pepsi o Coca Cola. Lo mismo ocurre cuando veo el fútbol o escucho un noticiero en la radio.

En cuanto a las películas, el cine utiliza argumentos nobles que tratan de concientizar sobre no comprar productos piratas: el ejemplo a los hijos y el hecho de que robar ideas es malo. Es cierto, pero también lo es que hasta hace poco comprar películas originales era absurdamente caro y no todos tenían para pagar 20 dólares por película. Me da gusto que hoy puedo ir a un supermercado y comprar una película original en 5 dólares, un precio que me parece justo. Aunque en el metro pueda adquirir tres películas por 3, agradezco la visión de las distribuidoras, que me quitaron el empaque especial y sustituyeron el libro que nadie leía por una mera portada, incluso algunas tienen publicidad al inicio. Por 5 dólares para ver Odisea 2001 o Requiem for a Dream cuantas veces quiera, no me quejo.

Hace poco mi abuela vino a visitarnos. El último día contratamos a una persona para que nos llevara a conocer diversos lugares. El auto tenía una pantalla que lo mismo servía de GPS que de televisor. El conductor puso un disco con grandes videos de los 80s que no volvió a cambiar. Andamos por más de ocho horas y no se repitió ninguna canción. Menos mal que mi abuela ya tiene DVD. Así le podré comprar un disco con 1000 videos de canciones de su época. No tendré que trasladarme mucho, pues el único tipo de tienda donde venden los discos está cerca.

Qué bueno que vivo frente al tianguis del Metro Chapultepec

jueves, 17 de septiembre de 2009

El barrio más lindo

Mucha gente se muda de casa constantemente. Yo sólo he vivido por más de 6 meses en dos ciudades. He considerado mi hogar a tres lugares: donde crecí de niño, la casa de mi abuela y el departamento donde vivo desde los 17. Siempre he tenido cierto celo y creo me hubiera encantado vivir en una sola casa que almacenara todos los recuerdos. Seguro trato de ser sentimental y si hubiera vivido en el mismo lugar, no tendría motivos para extrañar.

A pesar de que algunos lugares son absurdamente horribles, los lazos que generan los barrios en los que vivimos nos hace verlos hermosos, aunque a otras personas no. Beverly Hills podría parecer aburrido a alguien que viene de la zona más ruda de Tepito. Una comunidad indígena en la sierra, rodeada de verdes montañas y donde un río cruce a la mitad podrá parecerle bella a un ecologista, explotable a un empresario o incómoda a alguien de Polanco. Al indígena que regresa ahí después de cruzar la frontera, siempre le parecerá hermoso llegar a su casa, ver la montaña en la que jugaba de niño y pedir que le calienten unas tortillas con frijoles.

Sin embargo hay que ser objetivos. Hay lugares donde no hay paisajes hermosos, con gente hostil, casas feas, sin caminos y donde la marginación es uno entre millones de problemas. La mayoría de estos lugares se inundan de personas desordenadamente cuando las ciudades se hacen prósperas y atraen a más individuos que buscan un mejor lugar para vivir.

En la Ciudad de México hay cientos de lugares así. Colonias que ocupan kilómetros cuadrados y que carecen de agua o calles para que transite un automóvil. En Tlalpan hay cientos de caminos de tierra, en Álvaro Obregón miles de viviendas asentadas sobre antiguas minas (y que pueden colapsar) y en Iztapalapa cientos de miles de personas sin agua potable.

La semana pasada fui a un Seminario sobre Espacios Públicos. Naturalmente había muchas recetas más propias de un libro de cocina que experiencias sobre el desarrollo. Sin embargo, hubo una presentación sumamente interesante. La oradora había diseñado un proyecto para reordenar una colonia de paracaidistas en Caracas. El lugar no tenía escuela, estaba formado por escaleras interminables, bajadas de lodo que al llover se colapsaban y la mayoría de las casas se estaban cayendo.

La empresa de la presentadora ganó una convocatoria para regenerar el barrio. Su trabajo consistía en hacer una propuesta para cambiar el lugar, centrándose sólo en los lugares comunes. No todas se hicieron por falta de recursos, pero al menos quedaron asentadas.

La primera de ellas era cambiar la lógica de transporte. La colonia se ubicaba en un cerro y la única calle accesible pasaba por la parte de abajo. Proponían construir otro camino que pasara por la parte de arriba. Los beneficios eran intuitivos. En vez de que la gente subiera 400 metros para llegar a su casa, podía siempre ir de bajada para ir a trabajar o comprar gas.

La segunda solución consistía en habilitar los caminos para llegar a las casas. La mayoría eran muy estrechos y permitían el paso de una sola persona. Si a la mitad se encontraban dos señoras cargando cubetas o bolsas, una debía ir de regreso para que pudieran pasar. A largo plazo, esos enfrentamientos con los vecinos por algo tan absurdo generaban más conflictos. Propusieron construir escaleras, poniendo un descanso a la altura de cada casa, para permitir que siempre pudieran pasar al menos dos personas. También para que el beneficio global fuera particular y que nadie reclamara que la entrada de su hogar no tenía descanso.

Donde había más espacio, propusieron una zona con juegos para los niños o una cancha de fútbol. La última parte consistió en construir un centro comunitario. Lo más interesante de todo es que los cambios se hicieron con el aval de la comunidad. La gente participó dando su opinión y corrigiendo en lo que no estaban de acuerdo. Los arquitectos se tragaron sus egos de grandes artistas y dejaron que los pobladores decidieran. Si el proyecto era tan bueno, podrían convencer a todos. Siento que la presentadora no hizo esa acción porque creyera que era lo más fácil o lo mejor, sino porque así lo exigía la convocatoria del concurso que ganó.

El proyecto es hermoso pero tiene una duración casi infinita. La convocatoria en la que resultaron elegidos ocurrió en el 2000. Se puso en marcha formalmente en 2003 o 2004. Los primeros avances llegaron a 2006. ¿Valió la pena esperar tanto tiempo? Creo esta foto demuestra que sí.

El proyecto que presentaron fue uno de muchos que ganaron, pero el que ha tenido más éxito. En total tenían un máximo de 15 años para llevarlo a cabo. No tengo muy claro cómo fue el proceso o quién lo autorizó, pues no me dio tiempo de preguntarlo pero creo eran recursos del Banco Mundial. Hace 15 años gobernaba Carlos Salinas y en el DF aún no se votaba por Jefe de Gobierno o Delegados. Un mundo de tiempo para que el barrio cambiara totalmente. Al finalizar la presentación me acerqué a preguntarle a la presentadora cuánto costó hacer todos los cambios. Me respondió con una sonrisa: "si la pregunta es si me hice rica, no, pero gané mucho prestigio que me generó ganancias después, pero lo más importante es que fue infinitamente menos costoso que cambiar a la gente de lugar". Al final me confesó el precio y no fue más de medio millón de pesos mexicanos. Me pareció risoria para los presupuestos de muchos municipios.

Mientras veía la presentación me acordé del video de La Perla, de Calle 13. La canción habla de su barrio (o al menos eso simula) y pone las cosas simples que ocurren en su lugar desde otra perspectiva. La canción retrata la comodidad de vivir en un lugar incómodo. Dormir sin techo no es malo, pues tu sábana es la noche. La canción habla de un lugar que vale la pena, no porque haya pavimento, sino por lo bonito que se ve desde el avión, por el paisaje bien perfumado, por un plato de bistéc encebollado o por la sonrisa de su madre

Un tema que habla bien del barrio feo, con gente hostil y marginado, pero que le enseñó mucho a quien canta la canción. Ojalá del barrio que regeneraron en Venezuela, salga alguien la mitad de famoso que Calle 13,y que buscara un cambio similar para todas las colonias marginadas de América Latina (y si de paso no apoya a Hugo Chávez, mucho mejor).



Más info e imágenes del proyecto: http://www.holcimfoundation.org/T375/ProjectGallery-SanRafael-UnidoCaracas.htm

viernes, 11 de septiembre de 2009

El honor a un caído

Hoy se cumplieron 30 años de la muerte de Salvador Allende. Ayer en la noche, los analistas de los noticiarios discutían sobre la vigencia de celebrar esta fecha. Casi todos llegaron a la misma conclusión: las posibles marchas las realizarían grupos políticos que tomarían el día como un pretexto para jalar agua a su molino. Normal en año de elecciones.

Cuando llegué a La Moneda ya había iniciado el evento. Una conmemoración austera, sólo con algunos arreglos florales en la estatua de Allende localizada frente al Palacio de la Moneda. Sin duda esperaba encontrar más personas.

No se instaló templete y nadie tomó el micrófono. Sólo se colocaron un par de bocinas junto a la estatua. El sonido repetía su último discurso. Una grabación que hace en La Moneda poco antes de pegarse un tiro cuando ocurre el golpe de Estado. Se escucha su voz quebrada pero su espíritu enaltecido. Sus palabras desgarradoras pero confiadas. Habla de la igualdad, la lucha de los trabajadores, del pueblo chileno y el imperialismo que ese día “trata” de derrumbarlo.

Al terminar la grabación todos aplaudimos, como si Allende hubiera estado ahí. Ya hay más personas en el lugar, aunque soy de los más jóvenes. La mayoría son ancianos, que dan la impresión de haber creído en Allende porque lo escucharon cuando vivía. Incluso algunos lloran como si treinta años no hubieran secado sus lágrimas. Dos canciones en honor a Allende cierran el homenaje: su himno de campaña y otra que no distingo. Algunos cantan abrazados, como si 36 años no hubieran pasado.

De lo que he leído sobre el gobierno de Allende, la añoranza que genera es un espejismo. La verdad no le fue tan bien. Ganó sus elecciones con apenas poco más del 30% de los votos (como Calderón en México) y sus niveles de aprobación nunca fueron altos. Los socialistas creían que él haría los cambios para lograr la “justicia” de manera inmediata. Cuando la derecha se lo impide (defendiendo lo que era suyo), Allende trata de negociar. La izquierda le da la espalda por “entreguista” y olvidar los valores socialistas. La derecha le reclama el nulo crecimiento económico y lo acusa de incompetente. Empieza un juego de todos contra el presidente.

Cuentan los chilenos que semanas antes del golpe militar, Allende estaba listo para convocar a un referéndum. Dejaría en el pueblo la decisión de si continuaba en el poder o se convocaba a nuevas elecciones. La mayoría de lo que he leído coincide en que iba a perder el referéndum. También en que si ello hubiera ocurrido, el lado más radical de la izquierda hubiera tratado de conservar el poder por la fuerza. Ni Kissinger ni Pinochet decidieron arriesgarse y dieron el golpe militar.

Después de esa emotiva celebración se cumplió el pronóstico de los analistas. Una calle aledaña a La Moneda se llenó de banderas con una hoz. Eran simpatizantes del Partido Socialista con su candidato a la presidencia encabezando la comitiva. Marcharon una cuadra, mientras cantaban el himno de la Internacional Socialista y algunas porras que hubieran quedado bien en un partido de fútbol. Los cánticos ya no eran a Allende como persona, gobernante o símbolo. Allende se volvió el pretexto para gritar: el pueblo, unido jamás será vencido; bachelet escucha, el pueblo está en la lucha; muera el gobierno fascista; Navarro presidente y cosas por el estilo.

Antes de irme los líderes del partido tomaron el micrófono. Hablaron de la democracia simulada, los desaparecidos durante la dictadura y cambiar a Chile. Sus demandas podrán ser legítimas y justas pero me dejaron un mal sabor de boca.

Poco antes de que hablara el candidato socialista a la presidencia todos callaron. Otro grupo “proallendista” marchaba, gritando consignas contra el partido socialista. Al parecer la desunión de la izquierda ocurre por doquier. Ellos eran aún más descarados. Iban a manifestarse al Ministerio del Trabajo por alguna demanda, quizás justa pero usando a Allende como pretexto para que la televisión los grabara y de paso, pintar distancia de los socialistas.

El primer homenaje fue increíble. El más discreto pero el más emotivo. Si no hubiera ido, seguro tendría la idea de que todos eran unos aprovechados. Seguramente los analistas dirán en la noche rato: como dijimos ayer, hoy fue un día donde se utilizó a Allende como pretexto para bla, bla, bla, bla…

A pesar de que tengo un buen sabor de boca, tristemente creo que estarán en lo correcto por los marchistas y no por los que lloraron cantando el himno de campaña:


jueves, 10 de septiembre de 2009

No celebrar doscientos años


Septiembre es también el mes de la patria en Chile. Las calles anuncian por todos lados el mes de la chilenidad. Lo que en México parecería un albur, aquí es símbolo de unidad. Como en México, este año celebran 199 años de su Independencia. A pesar de que falta un año, las calles chilenas están llenas de publicidad sobre el bicentenario. Cada vez que subo al metro encuentro una nueva convocatoria para celebrar esta fecha: concursos de poesía, arquitectura, cuentos, historias y hasta sueños sobre Chile en 100 años. Todo se vale para que la sociedad participe.

Chile llegará al 2010 con una impresionante fiesta, con la gente verdaderamente involucrada en las celebraciones y dispuestos a vivir un momento inolvidable para recordarlo por muchos años.

En México hace tres años encontré un anuncio sobre la carretera que decía “Ruta México 2010”. Sentí emoción. Me sentí parte de la generación que atestiguaría el centenario de la Revolución y bicentenario de la Independencia. Muchos nacieron y murieron sin haber tenido ese gusto. Después de eso, no he visto casi nada.

Los cumpleaños de cada persona son tiempo de mucha alegría pero también de reflexión. Tenemos la suerte o el destino de que en un año se conmemorarán el inicio de dos luchas que marcaron al país, o al menos así nos lo vendieron en la primaria. El Bicentenario es el pretexto perfecto para recordar lo poco o mucho que se ha construido. Podría ser el año en que más veamos al pasado tratando de definir cómo queremos al país en cien años, aunque nadie viva para contarlo.

En medio de una crisis económica, gastar millones en fiestas puede sonar frívolo. Sin embargo, invertir de una manera adecuada en eventos con proyección mundial puede detonar el turismo, recuperar la confianza de los consumidores y unir a la población.

Hace tres años estuve en Rusia. La guía nos comentó con cierta añoranza: “si hubieran venido hace XX años (no recuerdo la fecha exacta) habrían visto la ciudad más maravillosa, se conmemoraron los XX años de la fundación de San Petesburgo, recibimos más turistas que en diez años juntos, la ciudad estaba limpia, sin rayones en las paredes, las calles pintadas y la gente celebrando”.

Hoy no encuentro motivo para invitar a algún amigo extranjero a que ahorre para ir a México en 2010. La Ciudad de México se encuentra en obra y paradójicamente inundada y con sequía. Trata de vivir el día con día y no ve la trascendencia del cumpleaños de la Patria. No se trata sólo de prender una antorcha y apagarla. Las fiestas del Bicentenario no se podrán lograr sin la participación de los ciudadanos a través de convocatorias donde se reconozca el talento de la gente y ese esfuerzo se vea reflejado en algo que quede a la posteridad.

El gobierno de la República tuvo un escándalo por la manera en que se escogió el proyecto para el Arco del Bicentenario. El gobierno de la Ciudad redujo el presupuesto para la construcción de la plaza conmemorativa que ganó un concurso. Ninguno de los dos ha anunciado reducciones dramáticas en su presupuesto de publicidad. ¿Qué mejor publicidad para alguien que quiere ser presidente o el mejor presidente de la historia que hacer una gran fiesta recordada por todos?

A nivel local el ánimo es aún más indiferente. Los estados no se han involucrado y piensan más en la siguiente elección. Olvidan que la gente de Ciudad Juárez, Guerrero, Yucatán, Puebla y todos los estados tendría algo que celebrar. Entre mexicanos ha habido peleas por más de 100 años (unos 60 ininterrumpidos) y casi en cada rincón se podría contar una historia. Mi papá me contaba con orgullo que su abuelo escondió a Carranza por unas horas cuando escapaba antes de ser encontrado y fusilado. En otros países, esa casa sería un museo y quizás mi padre pudo evitar la migración para ser historiador.

En algunas partes del mundo algunas localidades viven de un suceso aislado de la historia de su país, que sólo ellos recuerdan pero que les da de comer a los nietos. En México podría inventarse, con el bicentenario como pretexto, la ruta del escape juarista o zapatista que recorra los puntos donde estuvo don Benito o el camino de Zapata por Morelos. Sería un alivio para generar empleo en regiones a donde nadie tiene un pretexto para ir.

Cuántos europeos no pagarían por una ruta del mezcal en Oaxaca, del chile en nogada o el mole en puebla, del pulque o del tepache en Xochimilco o el Estado de México; o una móndriga ruta del taco en que el turista pruebe los tacos al pastor, campechanos, árabes, cachondos, en fin… Sobran recetas, falta impulso del gobierno y los empresarios.

Las últimas fiestas del Centenario cuentan que fueron impresionantes. Las crónicas de la época porfirista relatan al mundo rendido ante los pies de México. Con todo y el funesto desenlace posterior de Díaz aún se habla de ellas en clases de historia. Las condiciones no son las mismas que hace 100 años y no creo que ocurra una revolución, aunque estas palabras sean arriesgadas en tiempos de crisis con más impuestos, poca rendición de cuentas del gobierno y una guerra contra el narco.

Si el Estado mexicano (no sólo como figura del presidente o gobernador sino de todo lo que lo compone) no hace algo para festejar el bicentenario, quizás me arrepienta de haber llegado a Chile un año antes de su gran celebración.


martes, 8 de septiembre de 2009

No me digas cómo te llamas

Hace como tres años escribí este cuento con la intención de participar en un concurso que vi en Internet. Al final me confundí de fechas y no concursé. Buscando otro documento, apareció hace unos minutos en mi mail por casualidad, como queriendo que lo retomara. Para que no me haga ojitos coquetos, prefiero publicarlo de una vez
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No quiero que me digas cómo te llamas

Yo te bauticé hace algunos años. No te rías. Te juro que hace algún tiempo yo te puse un nombre. El nombre perfecto para ti. ¿Sabes? No sé cómo te llames, pero quizás tus papás se equivocaron de nombre. A veces creo que deberíamos volver al tiempo en el que se nombraba a las personas por alguna característica, algún logro, su olor, no sé. Imagínate que Platón tuviese un nombre tan común como Juan o Pedro Pérez. Se me olvidó decirte algo. En el bautizo que yo te hice no te puse apellidos originales. Mis padres me dieron unos y en el nombre que yo te puse, incluí mis apellidos. Lo hice para que te sintieras más cómoda, sintiéndote parte de mí. Ahora que lo pienso ni el nombre que te puse es original. Tomé uno que ya existía. Perdón, pero tampoco podía nombrarte allazjwim. ¿Ves? No te hubiera gustado.

Te contaré cómo te puse tu nombre, sólo para que después puedas contarlo a nuestros hijos y nietos. Por cierto, a ellos tú les puedes poner el nombre que tú quieras, creo que con el hecho de haberte nombrado, excedí la línea de confianza que teníamos entre nosotros dos. Quiero lavar mi osadía de ese modo.

La primera vez que te vi, fue en la iglesia. Ya has de saber que todos en este pueblo se conocen en la iglesia. A pesar de que mi mamá, mi abuela y toda su ascendencia hasta el Tatarabuelo no sé quién, que era hijo de un señor que venía de España, nacieron aquí, yo soy un niño de ciudad realmente. Mis padres se conocieron en la capital, por lo que fui ajeno a conocer a los demás en la Iglesia cuando era niño.

No me contradigas. Realmente todos se conocen en la iglesia. Si no me crees, te voy a dar una prueba. Todos los niños cuando nacen, son bautizados tres días después en la iglesia del pueblo. Es una tradición que todos vayan a la misa de 12 del día. Hasta los negocios cierran. Si en esa misa se bautizan a todos los niños, todos los niños ven a todo el pueblo por primera vez en su bautizo. Antes de eso sólo conocen a sus padres. Cierto, a la partera también. Pero me contaba mi madre que ni mis bisabuelos la conocieron cuando nació, pues esperaron al bautizo para conocer a su nieta, una vez que ya era hija de Dios como nos dijeron desde hace 2000 años. ¿Ves cómo tenía razón? Bueno, si quieres podemos discutir esto toda la vida. Hay toda una vida juntos por delante. Mejor dicho, hay dos vidas: la tuya y la mía. Déjame terminar primero la historia de cómo te bauticé.

Era el verano de hace ocho años. Entraba yo en la pubertad y empecé a notar más a las mujeres de mi edad. En mi católico colegio no había niñas y no era lugar para que uno pudiese deleitarse la pupila. La falta de permisos para salir a la calle por las reglas de mi padre limitaba a mis hormonas. Aún no había Internet en casa como para observar artistas a través de un monitor. Por eso, cada temporada que veníamos al pueblo, me emocionaba por observar a las niñas de carne y hueso que iban a la iglesia.

Te voy a ser sincero, nada más no te molestes. La primera vez que te vi, creí que eras una de las niñas más guapas del pueblo. Pero realmente, la que más me gustaba era la chica de la pastelería que se encuentra en una bajada. ¡Ya lo sé! Disculpa mi explicación. Fue sumamente mala. Tienes razón en que todo el pueblo está lleno de subidas y bajadas. Es la hija del pastelero que hace el único pastel decente. Sí, exactamente: la rubia. ¡Pues qué te digo! Era la única rubia y siempre me han llamado la atención este tipo de niñas. No, no me importaba que fuera mayor que yo.

No lo has tomado tan mal. Te diré algo, sólo déjame terminar y no me hagas muecas antes, como lo has hecho ahora. No. Mejor hazlas. Te ves hermosa cuando modificas un poco tu cara. No, no. Quiero decir que te ves hermosa en todo momento, pero haciendo esas muecas te ves como chistosa. Me produces como ternura. Continuaré, pero… bueno… haz los gestos que quieras. También me gustaban la niña del restaurante y una que cantaba en el coro. Esas sí eran de nuestra edad. Pero… a lo que quiero llegar, aunque me veas con esa mirada de enojo o desprecio, es que el tiempo terminó por hacerte la mujer más hermosa del pueblo y de la ciudad. O al menos lo creo así. En serio. Te juro que soy sincero en eso y por eso hablo contigo de esto y no con las demás.

Pues sí. También las bauticé a ellas en su momento, pero creo que erré en los nombres que les puse. No. No te los diré. ¿Para qué? El importante es el tuyo. Mira: pensé en tu tez morena, tu cabello oscuro, tus ojos grandes, tu esbelta figura. Es en serio. No te estoy adulando. Bueno, sí lo hago pero no es una adulación vacía. No. No pienses mal. No quiero acostarme contigo… Bueno, quizás hasta que nos casemos, o al menos hasta que estemos prontos a ese momento. ¡Bah! Otra vez te enojas sin dejarme terminar.

Ya. No moveré mi mano de tu boca hasta que no termine. Así no me interrumpirás. Te nombré Lidia. Significa “nacida en este lugar”, en griego. ¿Por qué te llame así? Pues porque me recuerdas a todo el pueblo donde nació mi madre. Tienes la fisonomía autóctona más hermosa que hay por aquí. Volveré a mi explicación sobre tu belleza. Tu tez es morena, tus ojos grandes y oscuros, tu figura no sólo es esbelta, sino refleja perfección de mujer. En general eres como la mayoría de la gente de este lugar. Lo único que me hizo dudar sobre si ese era tu nombre correcto es tu sonrisa.

Has hallado cómo hablar con una mano en la boca. Responderé a tu pregunta. Tu sonrisa brilla, a pesar de que la buena dentadura no se encuentra en todas las personas de aquí. Pero… después lo pensé bien y me di cuenta que aquí todo parece tener un orden, pero al final hay algo que lo revuelve. Ve el palacio municipal: lleno de orgullo revolucionario, pero con arquitectura colonial. Ve la calle hacia el otro pueblo, llena de matas de café, pero al camino todos le dicen campo aéreo. No sé si me di a entender. Creo que no, ¿verdad? Ya te di el origen de tu nombre, ahora vayámonos, que nos queda poco para que… para que… ya no sé qué decirte. Terminé lo que soñaba decirte. Ahora sí, quiero escucharte. Venga. Vamos. No te quedes callada. Quité mi mano de tu boca y quiero escuchar la voz que siempre me imaginé. Anda. Habla por favor.

No hablas. Olvidé nuevamente que nunca lo harás. O al menos, no hasta que abandone mi cobardía y te diga esto, en lugar de hablar conmigo mismo.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Un arbol para evitar el infierno

El nuevo texto en www.un2go.org
Hay varios artículos muy buenos, les recomiendo visitar el sitio

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Un árbol para evitar el infierno

Hace tiempo para que las personas realizaran alguna acción bastaba asustarlas con el enojo divino el infierno para la eternidad. La acción de cada creyente que no quería pasar la eternidad en sufrimiento era obvia, por lo que prefería seguir las instrucciones sobre cómo comportarse. La promesa de sufrimiento eterno al individuo no siempre traía consigo sumisión. Se exigía castidad y muchos no la practicaban. Hoy muchos han olvidado estas prácticas por creer que su miedo proviene de una mentira.

Para los creyentes, pecar implica arriesgarse a sufrir un castigo eterno en un mundo aún desconocido. La pragmática sociedad moderna corre el riesgo de terminar con la vida de este mundo si continúa contaminando el medio ambiente. Nuestras acciones tienen un destino más real pero mucha gente no actúa como debería para lograr la salvación del planeta.

La sociedad actual está más alejada de simplemente recibir órdenes, sin importar las evidencias sobre el daño al planeta. Por más conciencia que muchos intentan hacer, una gran mayoría sigue contaminando y hacemos poco por cambiar nuestros hábitos. Gozamos de más libertad, pero ello también debería hacernos más responsables con nuestro entorno.

Muchos justifican la falta de acción por el escaso impacto de las acciones individuales. El cuidado que hacen algunos beneficia a los demás, mientras que la irresponsabilidad perjudica a todos.

Esto no es un llamado a dejar de actuar. Si bien es cierto un esfuerzo aislado no cambia al mundo en un instante, la verdad es que ninguna acción individual lo logra. El cambio inmediato sólo pueden realizarlo los tsunamis, terremotos o los fenómenos naturales que no podemos controlar.

El mundo se compone de pequeñas acciones que al pasar el tiempo se vuelven imperceptibles pero son sumamente benéficas. De qué me sirve entregar una tarea si durante mi vida entregaré millones, de qué me sirve abrazar a mi madre si mañana podré hacerlo, de qué me sirve leer este blog si quizás no me deje nada. Sin embargo, todo lo que somos viene de esas pequeñeces. Una tarea entregada abre la posibilidad de presentar otra, un abrazo dado hoy da más vida a quien lo recibe y leer algo , lo que sea, permite forjar el criterio para argumentar que lo que aquí se escribe no tiene mucho sentido.

Una pequeña acción para mejorar el medio ambiente es sembrar un árbol. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los bosques cubren el 30% terrestre de la Tierra. A principios de este siglo, la proporción de ellos equivalía a un tercio menos que antes de que el hombre comenzara a cultivar hace 10 mil años. A nivel mundial se pierden 13 millones de hectáreas por año, casi el territorio de Nicaragua o Grecia.

Sembrar un árbol no sería un esfuerzo aislado, pues el mundo ya ha comenzado a hacer algo. Naciones Unidas ha contabilizado durante 2009 la siembra de más de 4 mil millones de árboles El objetivo anual es alcanzar 7 mil millones de árboles. Plantar un árbol es el primer paso, pero el segundo es corroborar que éste crezca. Organizaciones no gubernamentales han denunciado la irresponsabilidad de algunos gobiernos, que con la bandera de ecológicos siembran árboles al por mayor pero después de un tiempo la mayoría mueren. en todo el mundo.

Un árbol sembrado en un lugar donde podamos cuidarlo ayudará al esfuerzo global. Toma ese lugar cerca de tu casa donde puedas plantar un árbol y supervisa su crecimiento. Al menos corrobora que siga estando ahí cada día. El PNUMA da la posibilidad de registrarlo dentro del conteo mundial, así como tips para sembrarlo.

Faltará mucho para que con tus acciones cambies el grave panorama del medio ambiente, pero es un primer paso para lograrlo. Será como entregar una tarea que te abra las puertas a otro año escolar, o como el abrazo diario que querrás darle a tu madre cuando sientas que se te irá pronto.

Como cuando algunos tratan de evitar el castigo eterno, está en nuestras manos y en esas pequeñas acciones impedir que vivamos el infierno en este mundo

sábado, 5 de septiembre de 2009

El mejor con el que jugué

A los chilenos les gusta mucho el fútbol pero no se apasionan tanto con su selección como en México. En una región del mundo donde casi no pueden ganar, es difícil que te apasiones. Todos concuerdan en que lo mejor que ha llegado a Chile es Marcelo Bielsa, el técnico nacional.

Los partidos en vivo de la liga local pasan sólo por el sistema de cable Premier. Para los usuarios de cable básico aparece una transmisión por demás ridícula: la narración de los comentaristas es en vivo, pero la toma transmite la reacción de los técnicos durante los 90 minutos. Una verdadera burla. Escuchas el orgasmo del comentarista por una gran jugada y no ves una sola repetición, únicamente los gritos del entrenador. Si tuvieran un chelís sería interesante, pero aún no lo he visto.

Durante la semana aparecen varios programas nocturnos dedicados exclusivamente al fútbol. La mayoría de ellos consisten en entrevistas a leyendas o jugadores que regresan a jugar a Chile. Esta semana hubo una gran discusión sobre si el mejor jugador chileno de todos los tiempos era Marcelo Salas o Iván Zamorano. Un ranking internacional dio a Salas el trofeo. Estos programas vieron el contenido ideal para apoyar o criticar el nombramiento. Más cuando todo mundo considera a Zamorano un semi dios.

Hace unas tres semanas, en uno de estos programas entrevistaron a Reinaldo Navia, el delantero que jugó en Tecos, Morelia y América. Una parte la entrevista tuvo esta conversación sumamente interesante:

Comentarista: Navia, quién fue el mejor jugador que jugó contigo en el ataque, tú siempre tuviste grandes compañero

Navia: Muchos, sin duda tuve la fortuna de tener grandes jugadores a mi lado, pero el mejor sin duda fue…

El comentarista interrumpe: ¿Zamorano cuando estuviste en la selección?

Navia: aahh, bueno, él también, pero el mejor sobre todos, Cuauhtémoc Blanco.

A los dos mexicanos que veíamos la transimisión nos generó algo de extrañeza. El comentarista estaba aún más asombrado: ¿Cuauhtémoc? ¿por qué Cuauhtémoc?, como reclamando un espacio para Zamorano, el gran ídolo chileno.

Durante la primera media hora del juego México- Costa Rica, me di cuenta del por qué. Desde el minuto 45, creo que dijo eso porque Navia nunca jugó junto a Giovanni Dos Santos