jueves, 8 de octubre de 2009

Oír, hablar y exigir

El nuevo texto en la página de UN2go.
Este es el link:


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Oír, hablar y exigir

En la generación de nuestros bisabuelos la mayoría nacían sordo mudos. No es que no quisieran hablar, sino que la información era escasa y costaba mucho acceder a ella. El mundo tenía la opinión de muy pocos, excluidas las mujeres.

Hoy, los que vivimos en una democracia podemos no sólo obtener conocimientos sino también cuestionar lo que hace el gobierno. No es algo gratuito ni mucho menos una compasión por parte de los gobernantes. En las democracias el gobierno viene del pueblo. Antes de ser electo, cualquier candidato es un ciudadano común y corriente. El dinero que gasta ya no son cheques en blanco obtenidos por las armas o un tributo por permitirnos vivir en esa zona, como ocurría con los reyes antiguos.

Para el trabajador de cualquier empresa el fin último de su empleo es que el patrón tenga más utilidades. El único que puede reclamar por un mal desempeño es alguien de la misma compañía. En cambio, los representantes de cualquier gobierno tienen un deber con la sociedad. Al provenir el Estado de las aportaciones de todos, el gobierno está obligado a dar buenas cuentas a todos.

El planteamiento es tan abstracto que la responsabilidad del gobernante puede difuminarse. Siempre podría escudar su irresponsabilidad o desidia señalando que alguien más exigió lo que a algunos les parece abominable. El camino podría empantanarse y las discusiones verían sólo el pasado sin nunca plantear el presente ni planear el futuro. Para avanzar, quizás el mejor camino es exigir que el gobernante cumpla con aquellas cosas a las que se ha comprometido. Es un método justo para evaluar su desempeño. Para ello es necesario que la sociedad primer corrobore los compromisos y después analice el camino recorrido.

En el año 2000 casi doscientos líderes mundiales se comprometieron a trabajar para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio en 2015. El planeta se fijó metas para que avanzáramos como especie y lo hizo por medio de sus representantes. Faltan menos de seis años para llegar a la fecha acordada, pero este es un momento para que -al menos los que vivimos en democracia- exijamos avances. Aún puede ayudarse a remediar parte del camino.

En 2008 Naciones Unidas pronosticó que de acuerdo al avance en América Latina, sólo Chile está en condiciones de cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Suponiendo que se mantenga la misma voluntad y esfuerzo hasta ese momento, en 2015 Cuba cumpliría 5 de las metas y México cuatro; mientras Colombia, Costa Rica y Brasil tres. Los demás países no cumplirían ni con dos objetivos.

La realidad es distinta en cada región. Algunas zonas necesitan mayor ayuda en aspectos básicos como la alimentación, mientras en otros lugares todos comen pero las mujeres no opinan. El primer paso para exigir cuentas y redoblar esfuerzos es conocer las debilidades y fortalezas.

Hay mucha información disponible en la red. A sólo un click de distancia está el Reporte 2009 de los ODM, así como otro análisis sobre los retrasos más significativos. También hay un sitio especial con los indicadores y su progreso por país (link para México). Es una gigantesca base de datos con muchísima información de casi todo el mundo. El sueño de congregar toda la información en un solo lugar de la Biblioteca de Alejandría, aplicado a los ODM. Si alguien desconfía en el mecanismo de medición de Naciones Unidas, puede utilizar el sitio especial del Banco Mundial para los ODM.

Naciones Unidas ha puesto en la red una gigantesca base de datos que puede aprovecharse para exigir resultados o para ahuyentar mitos. Sin embargo, el mayor mérito ha venido de otros interesados en que el mundo mejore. Ayer utilicé Google para rastrear cuánto se habla de ellos. El resultado: casi 7 millones de sitios en español y poco menos de 14 millones en inglés.

Hay que aprovechar la información disponible para exigir resultados. Aunque las democracias se construyen no sólo de la rendición de cuentas, sino de la acción ciudadana cuando el gobierno falla o no quiere escuchar. Si alguien ya está harto de sólo reclamar y prefiere actuar, también hay un sitio exclusivo para tomar acción y otro para jóvenes.

Alguien podría pensar que sólo informarse y exigir es una postura muy apática. Olvidan que puede catalizar las emociones y crear conciencia para movilizar montañas. La apatía se transforma en acción cuando adquieres conciencia de lo mucho que falta por recorrer y te concientizas en que puedes ser la diferencia. También cuando sabes que cumplir los ODM no es una cuestión de caridad, sino un verdadero compromiso reclamable a los gobiernos.

Saber lo que falta es uno entre los millones de pasos que necesitamos dar para cambiar este mundo. A diferencia de nuestros bisabuelos, hoy sí podemos escuchar y hablar. Aprovechemos eso para también exigir.

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