jueves, 28 de febrero de 2008

Sueñooooo... un sueño yo viviiiiií

¿Será normal soñar despierto? Nuevamente divagaré por puro placer sobre la realidad. Imagino al cavernícola dentro de su cueva, mucho antes de que existiese siquiera el remoto concepto de civilización, tomando una siesta para descansar. ¿En qué habrá soñado? ¿Se habrá sentido por un momento dentro de su sueño? ¿Habrá alcanzado a distinguir en toda su magnitud que las imágenes de aquel momento de descanso ocurrieron sólo en su mente? ¿Cómo habrá sabido a conciencia que después de despertar se encontraba en la vida real, y cómo es que no pensó lo contrario? ¿Por qué no habrá pensado que debía alimentarse en su mundo irreal, para cerrar los ojos y alcanzar la realidad? ¿Cuántas veces hemos soñado cosas tan reales que despertamos creyendo que son ciertas?

Curiosamente, la mayor parte de la gente cuando platica de sus sueños los plantea incorrectamente (debo incluirme). Por alguna extraña razón, todo mundo (o todo el mundo que me ha contado sueños) dice: Tuve un sueño pero estuvo bien loco, bien raro o bien chistoso. Como si algún sueño no fuese loco, raro o chistoso. Como si no fuese nuestra ventan máxima para disfrutar situaciones hipotéticas, emociones encontradas o frustraciones que se alivian cuando despertamos y sabemos que no son ciertas. Reír como locos por ver a un viejo amigo, saludar a personas que ya se han ido, sufrir la mayor pena, ganar la lotería, coger a la vieja más sabrosa del mundo, estar en el lugar que más nos gustaría estar, caer de un precipicio, volar, o simplemente seguir soñando.

En algunas ocasiones peco de soñar despierto, ante lo cual no me entristezco. Me gusta estar a la mitad del día imaginando situaciones hipotéticas, pensando en que este mundo se puede cambiar, sonreír por recordar algo que pasó hace mucho tiempo pero fue agradable. Naturalmente esto también me hace amargarme un poco cuando mi sueño se va del lado pesimista, hacia un camino en el que no me gustaría estar. Finalmente agradezco esa imagen, pues me hace trazarme el camino que no me gustaría tomar y poder realizar acciones para preverlas.


Aunado a que me gusta mucho dormir, si fuera cavernícola sería un hedonista y creería que dormido es cuando soy real, pues seguro mis sueños serían mejor que mi vida real. Ahí, en lugar de ser BOOKA BOOKA y tener que salir a buscar alimento, soy el capitán cavernícola y tengo súper poderes.


martes, 26 de febrero de 2008

Inspiración

En un correo que he recibido varias decenas de veces, se analizan tus preferencias y comportamientos basándose en el orden en que pones determinadas palabras. Si seleccionas primero el cerdo, tienes mucho arraigo a tu familia, si es el gato tu ego es gigantesco, etc. (no recuerdo si iba en este sentido estrictamente). Igual pasa con la preferencia que tengas respecto a las montañas o a la playa. Si gustas más de la playa eres una persona que le gusta la tranquilidad y si es al contrario, tu pasión es la aventura.

Esto me pone a pensar en lo que hace que la gente se inspire, pues algunos se sienten con la libertad y tranquilidad para escribir mientras escuchan el choque de las olas contra la playa, mientras otras con el sonido de las aves en medio del bosque o la montaña. He leído sobre muchas personas con aficiones demasiado peculiares para inspirarse y realizar las acciones que los hicieron famosos o llevaron a la inmortalidad (figurativamente hablando).

Dentro de las anécdotas más peculiares está una rutina que tenía Emmanuel Kant. Él salía todas las tardes a pasear al mismo parque, a la misma hora y durante el mismo tiempo, para regresar a escribir. Esta afición le hacía pensar sobre el mundo, la realidad, la moral, bla, bla, bla, bla.

En otro caso, Isabel Allende en su libro Paula, narra que cuando escribió La Casa de los Espíritus (su obra más famosa pero que nacamente nunca he leído), todas las noches hacía un ritual en el que adornaba su casa con velas encendidas, se sentaba frente a su máquina de escribir y dejaba que los espíritus se congregaran para dictarle la historia que estaba contando. Metafóricamente decía que las historias no son inventos del escritor, sino que este último es un medio para que los espíritus narren sus historias. Yo entiendo esos espíritus como la inspiración. Igualmente Mario Vargas Llosa ha dicho que el 90% de las historias que ha querido escribir, no han terminado como él esperaba, pues mientras él está escribiendo la trama comienza a contarse por sí misma.

La mentada inspiración no aplica únicamente para los escritores, pues es necesario tener un rato de locura o un chispazo de iluminación para visualizar alguna idea que cambiará definitivamente el curso de la humanidad. A pesar de esto, Alva Edison tenía una frase memorable: Genius is one percent inspiration and ninety-nine percent perspiration. Esto implica que a pesar de que la inspiración puede mover la imaginación y las ideas a niveles que difícilmente comprendemos, siempre es necesario trabajar porque aquella gran idea baje al mundo real.

Compartiendo el punto de vista de Edison, Max Weber tenía una cita (que no puedo recitar de memoria pero mantendré la escencia) apoyando esta necesidad por trabajar para hacer realidad la gran idea o contar de manera excelsa la gran historia. Reconocía que era necesario después de un arduo trabajo por llegar a la gran idea tomar un descanso, pues las grandes ideas no llegan cuando uno se encuentra trabajando, sino cuando uno se fuma un cigarrillo, sale al parque a pasear o se pone a darle de comer a las palomas. Sin embargo, aclaraba que todas esas horas de trabajo propician que la inspiración llegue al fumar, pasear o alimentar y que sin ese trabajo jamás se habría podido pensar en esa gran idea, haciendo cosas tan triviales.

Pecaré al compararme, pero particularmente me gusta escribir frente a la computadora. Quizás por nacer en la era digital, pero me cuesta trabajo tomar un lápiz y un papel para escribir algo que quizás después publique en mi blog (por poner un ejemplo), aunque como alguna vez le escuché decir a Xavier Velasco, el lápiz con el papel facilitan la escritura perfecta, pues a través de los tachones te das cuenta de los párrafos que tienen más problemas. En la computadora, los errores corregidos se vuelven invisibles, evitando que nos demos cuenta naturalmente del párrafo perfecto escrito a la primera y el más imperfecto al intento 40. Quizás eso explique por qué en algunas ocasiones tendrá mi blog demasiados errores.

Igualmente me gusta escuchar música mientras escribo, del género que sea pero que me permita salir del ruido ambiental para concentrarme únicamente en lo que se me va ocurriendo, mientras escucho a RBD diciendo Ser o parecer, Silvio recitando Te doy una canción, Zabludovsky diciendo que son la 1 en el reloj de catedral o a la Chofas en Friendo Connection. De repente me pongo a pensar en mi manía y se me hace demasiado exótica, aunque quizás me lo crea por no tener un punto de comparación con gente de mi generación y los rituales quehacer para escribir.

Ojo, que no mencioné la inspiración que causan las mujeres (o el amor, para no sonar sexista), provocando tener tema para la siguiente que no sepa de qué escribir. Previendo que la inspiración me mande lejos lejos y no aparezca.

Les dejo una imagen del lugar que más me inspira, es el pueblo de mi abuela, Cuetzalan, Puebla. Es un lugar hermoso al que deberían de ir en la siguietne oportunidad que puedan y si necesitan más información entren a www.vivecuetzalan.com. Esta es una pintura que encontré en la red. Les paso el link para evitar acusaciones de plaigo y respetar los derechos de autor:


http://www.promoarte.com.mx/artists/roberto-lopez/roberto-lopez.htm

jueves, 21 de febrero de 2008

Competitividá…


Un buen grupo de amigos forman parte de una asociación civil llamada: Jóvenes por la Competitividad, A. C. A pesar de que no he discutido con ellos a profundidad sobre su grupo (más por falta de tiempo que de interés), su móvil en un inicio me parecía perturbador, porque conceptualmente yo encontraba una contradicción. ¿Cómo puede un joven que no es competitivo aún, luchar por la competitividad? Teóricamente, si yo tengo un grupo que luche por la democracia, al menos al interior deberíamos todos de ser demócratas en teoría y en práctica. De igual forma pasa con grupos que apoyen derechos de personas discapacitadas, si bien no todos tenemos que tener alguna discapacidad, debemos comportarnos respetuosos con los que sí la tienen.

Nunca he podido charlar a profundidad sobre ese aspecto con ellos (con lo cual soy ampliamente injusto al comenzar este texto poniéndolos como ejemplo), pero no me cabe duda en que si tenemos un problema en México es nuestra falta de competitividad.Más allá de mis dudas conceptuales que ni siquiera les he planteado, sí me parece rescatable que un grupo de chavos se interese en modificar bajo sus propias acciones esta situación.

He pensado sobre el tema y he escuchado numerosas opiniones que tratan explicar el por qué no somos competitivos: nuestra cultura, nuestra mediocridad, la falta de estado de derecho, los medios de comunicación, el chupacabras, La Volpe, la educación, televisa, bla, bla, bla. Estoy más que de acuerdo en que todos estos aspectos ocasionan en que uno sea competitivo, pero estoy convencido nuevamente en que el problema proviene de la desigualdad en el país.

En México no estamos acostumbrados a competir porque el sistema no lo demanda. Si nunca competimos, ¿cómo podremos ser competitivos? (qué gran descubrimiento, no??)

Un niño que nace en un hogar con ingresos altos nunca tendrá la necesidad de competir contra toda la población de su país. No me refiero a que no lo hará en su vida, sino a que nunca tendrá esa necesidad. Si ese niño decide abandonar sus estudios, tendrá la oportunidad de invertir capital de su familia para abrir un negocio, o en otros casos continuar con la empresa familiar. Si decide estudiar una carrera universitaria y no quiere estudiar en la mejor universidad, bien podrá aplicar a una institución con buenos maestros, buenas clases y una colegiatura tan cara, que podría levantar a una pequeña comunidad. En su vida no aparece la necesidad de competir.

En otro caso, un niño que nazca en el seno de una familia con ingresos medios tampoco tendrá dicha necesidad. Él podrá estudiar en una escuela privada y si decide seguir estudiando y por alguna razón reprobase el examen de admisión de una universidad pública, podría continuar estudiando en una universidad privada con baja colegiatura.

Un niño que nazca en condiciones muy humildes deberá esforzarse toda la vida para culminar el bachillerato. En este sentido, estoy seguro que al culminar sus estudios universitarios ya será un joven competitivo. Y no es por exaltar a los pobres, pues estoy seguro que de cada 10 niños que nacen pobres, menos de 1 culminará la Universidad. En el camino se quedaron 9 que nunca podré tomar como ejemplo porque en el mejor de los casos, cruzaron la frontera norte.

Insisto que todos los casos son el extremo. Creo conocer a mucha gente de clase alta que se ha esforzado en estudiar en la mejor universidad, en emprender proyectos desde jóvenes y en salirse del seno familiar desde que se pueda. También conozco mucha gente de familia con ingresos medios que decidieron estudiar en una universidad privada y con base en esfuerzo consiguieron una beca. Una beca que costó mucho sudor pagar y que esperan les reditúe en una mejor preparación.

No tenemos en el país un mecanismo en el que verdaderametne la gente de todos los niveles esté atenta por todo lo que implica su desarrollo en poco tiempo. Escuchaba a Carlos Elizondo contar alguna ocasiòn que mientras en Corea, todos los alumnos (ricos, pobres, guapos, feos) quieren estudiar en la Universidad Pública de Seúl por ser la mejor que existe, en México no ocurre eso. A pesar de que las escuelas públicas tienen una tasa de retorno mayor a la inversión que casi cualquier universidad privada, muchos aspiran a entrar a universidades de paga. Incluso cuando estaba en la prepa, jamás habría pensado estudiar en otra universidad pública que no fuese el CIDE. Antes me hubiera ido al ITAM, UDLA, UPAEP o IBERO.

En México falta un mecanismo en que los jóvenes de todo el país tengan 5 horas para demostrar todo lo que saben. Que en 5 horas todos nos estuviésemos jugando gran parte de nuestros sueños y futuro. Empieza un examen y todos tenemos 5 horas para demostrar que somos buenos, para demostrar que aspiramos a ser los mejores y para no caernos. Naturalmente muchos reprobarían, pero estoy seguro que aprenderían lo que es tener la presión de tirar un penal en una final del mundial, de estar frente a la oportunidad de sus vidas y no dejarla pasar, de saber que al menos dos años de tu vida dependen de sólo lo que puedas hacer en esas cinco horas y que desconcentración en un minuto puede marcar la diferencia.

Estoy más que de acuerdo que no todo radica ahí. Durante muchos años la UNAM fue la única escuela a la que se aspiraba. Algo más falló, pues en ese tiempo México no fue el país más competitivo del mundo. Faltó un proceso completamente transparente, que aspirasen a educación básica y media otros tantos alumnos del país, etc. Faltan muchas otras cosas, pero creo que en este momento ese factor aportaría demasiado. Después de mi chaqueta mental, creo lo mejor que puede hacerse para mejorar la competitividad es que los que tuvimos la oportunidad de estudiar nos sigamos esforzando por aprender más, pero redistribuyendo el conocimiento entre quien no tuvo tal oportunidad.

Nos da miedo enseñar a pescar al de junto porque quién sabe si luego va a pescar mejor que nosotros, aunque realmente eso no debería importar. Si uno se sigue preparando podrá pescar siempre mejor que los demás, y si ayuda a los otros a pescar, siempre te estarán agradecidos y empezaremos a aprender a competir, no sólo con el objetivo de ganar sino de simplemente esforzarnos y sentirnos satisfechos de haber mejorado.

Si no aprendemos a competir, seguro seguiremos fallando penales de manera sistemática en el momento decisivo. Por eso la foto: Omar Bravo en el Mundial después de fallar la manera más fácil de meter un gol que empataría un juego ante una de las mejores selecciones del mundo y que incluso lo colocaría en la lucha por el título de goleo de ese Mundial.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Un buen adiós??

Ayer desperté con el anuncio de que Fidel Castro dejaba la presidencia de Cuba. Creo conocer poco del tema, mas me llama la atención de que es una de las noticias que nunca creí escuchar en mi vida. Me imaginé que antes México ganaría un mundial, que Rigoberta Menchú ganaría un concurso de belleza (bajo alguna jalada estilo: "Certamen internacional de belleza interna" o algo así), que se cayeran la Torre Eiffel y el Empire State simultáneamente por el inicio del Apocalipsis o que Fabiruchis apareciese en primera plana de un diario por golpeador de mujeres y mujeriego (que no es lo mismo que hombreriego).

Fidel Castro puede verse bajo distintas ópticas. Seguramente los más ambiciosos pensarán que es un cabrón. El único líder mundial (alguien corríjame si estoy equivocado) al que ni Estados Unidos no pudo tirar, incluso después de caído el comunismo. Una persona que llegó al poder con aquel ideal juvenil de rebeldía: derrocando a un tirano, después de entablar una revolución y siendo el guía físico, espiritual, militar e ideológico. Neta creo es el sueño de cualquiera. Un individuo al que le valía madres hablar más de 5 horas sin discursos escritos, con una oratoria propia de un genio. Un zorro en cuestiones políticas que desafiaba al Imperio, le exigía a los rusos lo imposible, lo conseguía y que finalmente sobrevivió en el poder por todo y a pesar de todo.

Fidel Castro es también un asesino. Un violador de derechos humanos y de las libertades polìticas más elementales. Castro sobrevivió en el poder y es de admirarse que Estados Unidos no lo tumbase, pero también es increíble que su propio pueblo no lo haya derrocado. ¿Es eso una cualidad? Desde el punto de vista romántico, de ninguna manera. Sin embargo, desde la visión de resultados por objetivos es una gran cualidad. Si bien tuvo la ventaja de vivir en una isla y que la gente que lo odiara a morir saliera huyendo(lo cual motiva a menor descontento social dentro de la isla), yo no puedo admirarlo totalmente. y preferiría el mundo y nuestros pueblos latinoamericanos dejasen de producir figuras de este tipo: todopoderosas, vivientes de la lambisconería, asesinos y represores por superviencia, etc.

Dentro de la reivindicación histórica que muchos le dan, recientemente leía en varios frentes situaciones como: Castro se va dejando XXX universitarios con gran nivel educativo, su medicina y deporte se encuentran entre las mejores del mundo, por lo que hizo un buen trabajo. Neta no estoy de acuerdo. Conceptualmente uno se educa para aspirar a una buena vida, situación que nunca alcanzaré si el gobierno en el que vivo no me deja estar en contra de algo, si priva mi capacidad para elegir si quiero ser un albañil o un deportista, o si juego beisbol mejor que el pitcher de los yankees de nueva york, y me priva de escoger ganar 20 millones de dólares en nueva york o 5 en miami, para estar cerca de mi mamá.

Ahora me entra otra duda existencial. ¿Dónde estamos mejor a nivel global? ¿En un México donde un niño que nace en la sierra tarahumara está condenado a morir a los cinco años por la falta de atención médica, o en Cuba donde sabes que simplemente ese niño no podrá hablar ni inconformarse desde los 20 años? ¿En el otro México en que un niño nacerá, crecerá, irá a la escuela, viajará por el mundo o su país, se podrá incoformar cuantas veces quiera y podrá escoger ser un flojo y aún así vivir bien porque heredará el negocio del papá o en Cuba, donde eese niño nacerá, crecerá, será deportista y ganará una medalla de oro para us país, y finalmente deberá seguir trabajando para educar a otros niños a que sean medallas de oro?

Todo cubano que he conocido es lo más buen pedo que he encontrado. Alegres, bailadores, desmadrosones, inteligente, en fin. No he encontrado persona nacida allá con la que de plano no haya sentido buena vibra. Espero este sea el inicio de una Cuba abierta al mundo y en que sus hisotrias dejen de ser trágicas para convertirse en una más de los tantos cuentos latinos.

Habrá cosas que particularmente no olvidaré nunca sobre Fidel y no quiero caer en las típicas historias que seguro leerán . Primero una ocasión en que era niño y transmitieron un discurso de él. No recuerdo con qué motivo, pero me asombró que en México los políticos siempre leían lo que decían y en aquella vez le pregunté a mi mamá cómo es que un señor podría hablar tanto sin que se le olvidara. También recuerdo a la perfección el día en que fue Juan Pablo II, pues me impresionó ver a un Castro sin su traje militar. Finlmente, busquen en Ares o en internet el archivo de "Broma a Fidel", hecho por el Vacilón de la Mañana. Es un programa de bromas telefónicas de Miami y fue impresionanete que le pudiera jugar una broma al mismísimo comandante Castro.

Si quieren saber más del Comandante, les recomiendo que busquen textos que haya escrito Jacobo Zabludovsky. Escribe los lunes en el Universal y creo es de las mejores plumas que hay en México. Él fue el único periodista que en aquel año nuevo de 1957 (¿? Trato de no corroborar información en internet, por lo que no estoy seguro si fue ese año exactamente) estaba con el Comandante y que menos de un mes después entró junto a él triunfante en La Habana y otras cosas.




A pesar de que no lo admire incondicionalmente, siempre le reconoceré el ideal de lucha revolucionaria que dejó entre los jóvenes. El anhelo de cambiar las cosas, por eso me quedo con el Castro de antes de 1958. A escasas tres cuadras del café "La Habana" de Bucareli, en la Ciudad de México (donde cuenta la leyenda planeó el golpe de Estado contra Batista), me pongo a pensar en que me tocó escuchar vivo sobre el último gran líder social latinoamericano.

Terminaré mi texto con un chiste, contado en alguna clase de Chabat. La revolución cubana tuvo tres grandes éxitos y tres grandes fracasos. Los éxitos fueron la medicina, la educación y el deporte. Por su parte, los tres grandes fracasos fueron: el desayuno, la comida y la cena.

Hasta la victoria, siempre.

sábado, 16 de febrero de 2008

Los últimos libros que he leído

La escasa distancia de la casa al trabajo me ha hecho devorar libros últimamente. En busca de levantar un poco el promedio de lectura anual, desde hace como unos 3 años procuro leer un libro al mes. En algunas ocasiones tardo mucho más, pero lo que busco es saber que al 31 de diciembre leí 12 libros.

Nunca me he considerado alguien que sepa lo que debe leer. Simplemente disfruto mucho la lectura, y me permitiré hacer unas cuantas recomendaciones, pues en algunas ocasiones uno no lee porque no sabe qué será bueno y despertará la imaginación como uno ansía. Estos son algunos de lso que he leído últimamente y recomiendo bastante.


En Busca de Klingsor. Jorge Volpi.
Lo estoy leyendo actualmente. Es una gran pieza con una de las mejores prosas que he podido encontrar últimamente. Maneja los tiempos con una destreza propia de García Márquez y con una dificultad mayor: sus personajes son reales (o al menos en los nombres) y no encuentras Aurelianos Buendías o una historia en Macondo. La historia se desarrolla durante la primera mitad del siglo XX y algunos personajes secundarios son Albert Einstein, el mismo Hitler y otras personalidades. Excelente opción. 

La Isla de la Pasión. Laura Restrepo.
Reconstrucción de lo ocurrido en la Isla de Clipperton, territorio mexicano durante varias décadas y perdida a través de la intervención de otra potencia. Es un pedazo de tierra a la mitad de la nada, donde una expedición en tiempos del porfiriato terminó en tragedia. Combina de forma magistral una investigación de campo sobre lo que sucedió, novela sobre o que la autora cree que pasó, y ensayos donde aclara las versiones encontradas y loq ue le motivó a escribir lo que al final incluyó. De lectura fácil, pequeño y con un costo menor a 70 pesos en su edición más barata.

Noticias del Imperio. Fernando del Paso.
La contraportada lo describre mejor que yo. Es una novela coral, donde a través de miles de voces se reconstruye parte de la historia del segundo imperio mexicano, el de Carlota y Maximiliano de Habsburgo. Es muy pesado de leer, y por momentos dan ganas de ya no continuar. Al final, la novela se confunde con la realidad histórica de una forma imperceptible y deja un gran sabor de boca. Fue votado por la Revista Nexos como la mejor novela mexicana de los últimos 25 años.

1984. George Orwell.
Nunca lo había terminado de leer, más por desidia que por falta de calidad. Describe de una forma fonumental el destino de una sociedad completamente totalitaria, en la que cada persona es observada hasta en lo que piensa. Fuente de inspiración del famoso Big Brother, cámara que graba todo y expone a los demás ante la autoridad. De este autor, también es ampliamente recomendable "Rebelión en la Granja", la historia de la Revolución rusa contada con animalitos jeeje.

Aparte de estos, que son los que últimamente me impactaron y encantaron, pongo mi lista de libros favoritos, por si alguien no sabe qué leer. 

1. Pedro Páramo. Juan Rulfo. 
2. Cien Años de Soledad. Gabriel García Márquez.
3. Arráncame la vida. Ángeles Mastretta.
4. El amor en tiempos de Cólera. Gabriel García Márquez.
5. Un Mundo Feliz. A. Huxley.
6. Aura. Carlos Fuentes.
7. Diablo Guardián. Xavier Velasco. 
8. El Padrino. Mario Puzo.
9. El Naranjo. Carlos Fuentes.

No están en orden de preferencias y en breve leeré "La virgen de los Sicarios", de Fernando Vallejo, novela con excelente crítica. Luego platicaré qué me pareció.

Finalmente, hay de todo tipo de opciones para leer un libro. La mayor parte de las editoriales manejan precios económicos en su mejor material (particularmente Alfaguara). Igualmetne, si no tienen dinero para hacer tal inversión, la siguiente página tiene muchos títulos muy buenos en versión pdf o word. Lo mejor de todo es que son gratuitos: www.librostauro.com.ar
 

lunes, 11 de febrero de 2008

Xq empezar un blog??

Leí este texto hace mucho tiempo y me parece sumamente importante rescatarlo. Más allá de que estén de acuerdo o no (porque a mi sí me parece que el MSN es una herramienta súper útil), es buena la reflexión sobre el poco uso que le damos a las nuevas formas de comunicación por internet en el país.

http://losmalnacidos.blogspot.com/2006/12/cierra-el-messenger.html

Participar

Hace algunos meses escribí este texto. Ojalá les sea interesante.
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En casi cualquier lugar se escucha hablar sobre participación: anuncios gubernamentales, programas televisivos, radiofónicos, solicitudes al salir de un restaurante. Pareciera que existe una gigantesca maquinación para hacernos participar. ¿en qué? A veces no lo sabemos. O quizás lo que no sepamos sea el alcance que tiene nuestra participación.

En los anuncios televisivos vemos a una mujer preciosa y excelente cuerpo, acompañada de un individuo ciertamente guapo y con sonrisa coqueta, invitándonos a llamar para ganar un premio. El analista de fútbol exige que participemos dando nuestra opinión sobre cómo vimos el funcionamiento de la selección. En la sección de espectáculos solicitan que participemos comentando el nuevo romance de la estrella de moda. Los noticieros piden nuestra participación para analizar las acciones de los políticos. El gobierno pide nuestra participación para aplicar políticas públicas.



La lista es larguísima y está acompañada de frases trilladas: participa, tu opinión es importante. Tu participación es lo que cuenta. Llámenos, estamos esperando su participación. Participando ganamos todos. Sin tu participación no estamos completos.

Tantas frases se dicen que el sentido llega a perderse. Pero ¿qué tanto vale nuestra participación?. ¿Realmente aportamos algo? ¿Verdaderamente es tan importante nuestra participación? ¿Qué beneficios obtenemos a nivel individual y global con esta acción?

Participar significa tomar parte de las acciones. En lugar de ver lo que ocurre sin opinar o criticar sobre lo que pasa sin actuar, participar implica ser del grupo de personas que hacen que las cosas pasen. La participación significa cooperar con otras personas para solucionar los problemas que ocurren dentro de una sociedad. Esta cooperación trae innumerables beneficios a las sociedades.

Hace algunos años tuve la oportunidad de asistir a comunidades de la Sierra Norte de Puebla como parte de una actividad de voluntariado. En esa ocasión, pude darme cuenta de la importancia de participar y cooperar con los demás en torno a la solución de los problemas comunes. El voluntariado en que participé, consistía en vivir una semana en dichas comunidades para brindarles ayuda, talleres, experiencia, etc. En total, durante cuatro años acudí a doce comunidades, contando varias de ellas con graves condiciones de pobreza. Sin embargo, una e ellas era particularmente rica dentro de su pobreza.

La comunidad rica tenía como 180 casas con un promedio de 5 personas por casa, aproximadamente. A pesar de encontrarse a hora y media de la cabecera municipal por un camino de terracería, la gente vivía aceptablemente bien y existía una relación cordial entre los habitantes. La escuela primaria contaba con una cancha de básquetbol en buen estado: pintada, con canasta y redes bien mantenidas; las aulas de la escuela tenían bancas para todos los niños, sentándose un máximo de dos niños por mesa; cada mesa y cada silla de la escuela se encontraban en excelentes condiciones. Cuando fui por primera vez se estaba construyendo la telesecundaria como una forma de evitar que los jóvenes emigrasen. La Iglesia contaba con bancas igualmente muy limpias, el piso se encontraba bien barrido, trapeado e incluso las imágenes de los santos llegaban a ser tantas, que sobraban. Cuando tres años después fui por última vez, estaba construyéndose el campanario de la Iglesia y estaba planeándose la gestión para solicitar una Institución de Educación Técnica Media Superior o equivalente.

La comunidad más pobre que me tocó visitar era radicalmente opuesta. Ella se encontraba a una distancia similar de la cabecera municipal que la anterior, pero hacia otra dirección. Habían alrededor de 70 casas, con un promedio de 8 personas por casa. La gente no te hablaba a menos de que te acercaras con ellos, quizás provocado por ser una región preponderamente indígena y explotada durante siglos. Más allá de eso, en ese lugar la Iglesia no tenía siquiera puerta y una figura religiosa era lo único que había adentro, junto con tres tablones y algunas cajas para sostenerlos. En la escuela, los niños que llegaban tarde debían tomar clases de pie o sentados en la tierra, pues no alcanzaban el número de bancas de los salones y en aquel entonces no se contaba con un piso firme.

Numerosas hipótesis se me ocurrieron para explicar dichas diferencias. Hoy, a más de cinco años de distancia y manteniendo todavía relación con gente de ambas comunidades, puedo afirmar que la realidad de ambos lugares se resume sólo en una palabra: participación.

En la comunidad rica, todos los hombres mayores de 14 años dedicaban un día para los demás. Todos los lunes eran días de faena. En la faena, los hombres dedicaban uno de sus días laborales en beneficio de la comunidad, mientras las mujeres no cocinaban sólo para su esposo, sino para todos los hombres que realizaban faena.

La faena consistía en resolver los problemas de la comunidad que podía resolver la misma comunidad. Si la cancha de básquetbol tenía la pintura desgastada, todos cooperaban pintándola, al terminar se podaba el pasto que existía alrededor con machetes, se atoraban las tuercas del tablero o se barría toda la superficie. En fin, cualquier cosa que beneficiara a los demás. Si se avecinaba una celebración religiosa, las señoras cortaban papel picado en figuritas para adornar, para que después los hombres se dedicaran a colocar los adornos, mientras otros barrían, trapeaban, pintaban o limpiaban una imagen religiosa.

Si no había dinero para la pintura se organizaba una venta de fruta en la que algunos iban a cortar mameys, otros sandías, otros salían a vender la fruta, etc. Durante el verano se organizaban ventas de paletas de hielo, donde las dos familias que contaban con refrigerador lo prestaban, mientras que otros iban por los limones, otros los cortaban a la mitad, otros ponían el agua de limón en bolsitas, etc. Si faltaban recursos, no se preocupaban porque no existiesen, sino se ocupaban en conseguirlos. Al final del año, al menos 150 hombres dedicaban un día de su trabajo a la semana en resolver los problemas comunes, mejorar su entorno y salir adelante. En largo plazo, los beneficios de realizar mantenimiento a la comunidad eran palpables. Todos los demás días, la gente se dedicaba a las actividades con las que sobrevivía.

En la comunidad más pobre la gente no se reunía cada semana para dedicarle un día a los demás. En lugar de eso, el juez de paz iba al municipio a solicitar su intervención ante cualquier eventualidad. Alguna vez me comentó que regresaba de la oficina municipal, pues fue a solicitar que se arreglase uno de los maderos que sirven como sillas para los niños en la escuela, cuando perfectamente alguna persona de la comunidad que supiese algo de carpintería -que los hay-, podría hacerlo. Quizás el municipio arregle algunas de las cosas, pero mientras canaliza la demanda, un niño no puede tomar asiento en la escuela. Esto a largo plazo produce que escaseen los servicios y sea más y más difícil actuar para cambiar la realidad.

El ejemplo que más me impactó sobre las ventajas de la cooperación y participación fue cuando ocurrió un desastre natural. Durante el otoño de 1999, en la Sierra Norte de Puebla ocurrió un gran desastre. Las lluvias fueron tantas y tan intensas que algunos caminos se destrozaron. Las autoridades municipales y estatales recibieron decenas de peticiones de apoyo.

Dos semanas después de que las lluvias pararon, las autoridades municipales llegaron a la comunidad pobre. Tardaron dos días en rehabilitar el camino y lograr que una camioneta pasase por ahí. El desastre había dejado incomunicados a los pobladores y después fue necesario llevar una brigada que reorganizara la cosecha para retirar lo que se había perdido y aprovechar lo que se salvó para alimentar a la gente. Aparte, fue necesario llevar kilos y kilos de alimento.

Casi tres semanas después de que paró de llover, el gobierno llegó a la comunidad rica. Como el camino era más accidentado y las solicitudes muchas, el auxilio tardó más en llegar. Se había recibido el reporte de que el puente de unos 30 metros que comunicaba a la comunidad rica con el poblado cercano se había derrumbado. Cuando los auxilios de la autoridad llegaron, lo hicieron arribando a la comunidad pasando por el puente que habían ido a levantar.

Gente de la comunidad rica me comentaría después que el día que dejó de llover, ellos se vieron en el atrio de la Iglesia para ver qué podía hacerse. En dos días reconstruyeron el puente con los conocimientos de albañilería que tenían varios de ellos. Los materiales fueron aportados por lo que sobraba de la última construcción que habían realizado. Después de hacer eso, se dedicaron a ayudarse entre sí. Distribuyeron los alimentos y si bien es cierto no pudieron comer esas 180 casas como estaban acostumbradas, al menos no padecieron hambre.

El grado de organización y participación de ambas comunidades hizo que las personas participativas no sufrieran. Los hizo trabajar en lugar de admirar la tragedia y preguntarse qué hacer. La gente de la comunidad rica ya sabía qué hacer. Mientras que en la comunidad pobre costó más ponerse de acuerdo. Esperaron a que el juez de paz llevase la solicitud y mientras, padecieron hambre, o al menos más hambre de la que hubieran padecido de haber cooperado regularmente.


Esto fue posible sólo con un día a la semana de colaboración entre la gente. ¿Te imaginas lo que podrías hacer si el sábado dedicas medio día a alguna labor en beneficio de los demás? Un día a la semana puede hacer la diferencia al terminar un año. No es necesario tratar de cambiar el mundo o toda la vida de un lugar que no conoces. Con un día a la semana se puede cambiar mucho del entorno inmediato.

viernes, 8 de febrero de 2008

Cual... realidad???


En algunas ocasiones me lamento de ya no estar estudiando. Anhelo el despertarme con la máxima preocupación de pasar un examen, pensar en lo que diré para la clase en la que no leí, divagar sobre el tema del que tengo que hacer mi ensayo final, en fin. La escuela trae al ser humano un momento de reflexión para el que la vida diaria no es muy útil. Hoy con menos de un año de experiencia como trabajador de tiempo completo, también lamento no tener a la mano un profesor dedicado todo el día a recordarme los autores o lecturas que me puedan ser útiles.

Esto viene a colación porque no puedo recordar un texto que leí en el último semestre de la carrera. Me acuerdo que fue utilizado como prólogo a un curso sobre metodología de la investigación, mas tal libro no sólo argumentaba sobre cómo investigar, sino la esencia misma de la investigación. A través de un resumen histórico sobre la evolución del pensamiento, su punto era demostrar algunas cosas que no pueden pasar de largo para quien quiera conocer. Las más notables que recuerdo fueron:

1. Los datos duros no existen, son simples aproximaciones.

2. No hay fuentes completamente confiables, todas son susceptibles de modificaciones.

3. La realidad... la realidad... inalcanzable. No podemos decir que algo fue, pues al usar palabras forzosamente le estamos poniendo situaciones imaginarias que fueron planteadas por otras personas y bajo otras circunstancias. La casa es hermosa, se cayó y murió, está en el cuadrante 45, vive en el número cinco de la calle Libertad, el libro está en el escritorio.

4. Generalización vs Individualización. Qué es mejor? Explicar muchas cosas con pocas variables, con el riesgo de que te alejes tanto de lo que quieres explicar que cuando lo hagas, ya te encontrarás demasiado lejos de lo que hablabas... o... explicar una sola cosa, sin importar que se parezca a otras miles o que se encuentre a nanometros de distancia, lo que quise explicar sólo me sirve para este caso específico.

En el mundo real esto sirve para... para... jejeje. Creo sólo para ordenar las ideas y dar argumentos esporádicos para cuando te convenga. Si tu jefe te pregunta por qué no tomaste a X fuente como parte fundamental de lo que estás haciendo, simplemente echando un rollo sobre que tal indicador no te ayuda a medir lo que quieres usar porque tienes X factor exógeno que te afecta, o que obtener tal cosa es muy costoso y te reflejará menos que lo que estás haciendo, en fin. Filosóficamente es hermoso y te hace pensar mucho, pero prácticamente... no sirve para nada.

A una persona que quiere comprar un producto no le importará si las calorías que busca evitar para no subir de peso son algo real o un invento, yo no compraría una computadora si me pongo a pensar sobre que las imágenes que me presenta son irreales, no utilizaría una pluma si empiezo a buscar en que lo que dibuje sobre ella sólo tiene sentido porque así se lo damos, pero en un mundo completamente real (donde todo sea visible, olible, tocable, en otras palabras: sensible e inteligible) no existiría.

Más allá del sofismo que podría utilizarse a este orden de las ideas, me da curiosidad el pensar que yo quería hacer una crítica al periodismo de mi lugar de origen, y terminé echándome una discusión filosófica. Quizás en los siguientes diez minutos de ocio que tenga en el trabajo. Claro... si mi trabajo sigue siendo real y útil.

Para terminar mi chaqueta mental contaré un chiste que me parece el que mejor describe el anhelo de realidad.

Un profesor de la facultad de filosofía más cabrona a nivel mundial tenía fama de siempre reprobar a sus alumnos, al menos en el primer examen. La calificación de la materia consistía en un único examen de una sola pregunta. Los alumnos de esa materia, en vano se desvelaban durante semanas leyendo a todos los textos, desde Aristóteles, Descartes, Santo Tomás, Nietzche, Kant, Hegel, Nezahualcóyotl, Confucio, etc. Debían saber argumentos de todo tipo de filósofos sobre todo tipo de temas y todo tipo de culturas.

El día del examen, el profesor llega al salón de clases y deja sobre su escritorio su maletín. Los alumnos en completo silencio esperaban a que anotara la única pregunta en el pizarrón. El profesor toma un plumón y escribe con letra clara: “Pregunta única: Demuestre que el escritorio no existe”. Acto seguido, el profesor toma sus cosas del escritorio, sale del salón de clases y se va.

Los alumnos se quedaron atónitos. Era el momento de que demostraran todo lo que estudiaron y con argumentos probaran la inexistencia de la mesa. No habían terminado algunos de pensar cómo empezarían su ensayo, cuando un alumno se levanta de su pupitre y deja su hoja de examen sobre el escritorio. Al parecer se había rendido, o había terminado en un tiempo inusual.
La mayor parte de la clase no puso atención y comenzaron a escribir. El que más tardó, dilató seis horas en salir del salón de clases, después de demostrar con algoritmos, argumentos, matrices, conjugaciones y N cantidad de formas de decir las cosas, que el pupitre no existía.

Pasan las semanas y llega la hora de recibir calificaciones. Sorpresivamente todos habían reprobado menos una persona. El alumno que salió primero del salón de clases había sido el único aprobado, y no sólo eso, había obtenido la calificación más alta.

-¿Cuál habrá sido su respuesta?- se preguntaban sus compañeros.

La respuesta era muy sencilla.

Ante el cuestionamiento: demuestre que el escritorio no existe, el alumno escribió únicamente en su hoja de papel: ¿cuál escritorio?