sábado, 31 de octubre de 2009

Colaboración El Columnista 301009


Mi colaboración de ayer en el periódico de Puebla El columnista. Un análisis de los distintos estudios de competitividad y sus conclusiones

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Poco competitivos por injustos

Las excursiones poblanas al DF están acompañadas de quejas sobre el tráfico, la contaminación, y el olor del Metro. Entre tantas diferencias hay un alivio: casi toda la comida poblana como el mole o los chiles en nogada pueden encontrarse. Lo único que no hay desde Indios Verdes hasta Tlalpan son los tacos árabes. En una ciudad que presume tener de todo, es un alivio para los poblanos poder presumir que los tacos árabes no entran al DF.

Las presunciones autóctonas buscan demostrar que lo mejor ocurre en la tierra propia. El presumido generalmente toma hechos sin números, ocasionando largas discusiones, aburridos monólogos o sangrientas peleas. El sabor de la comida y la belleza de las tradiciones dependen de percepciones sensoriales y son difíciles de medir. La comida mexicana podría ser la más sabrosa del mundo, dependiendo de si lo dice un mexicano o un italiano.

Otras discusiones toman hechos más cercanos a calificaciones escolares que a lo que dicen los sentidos. Para ello, determinar la grandeza de un lugar es complejo y requiere de conjugar variables sociales, económicas e institucionales. Una de las mediciones que más se han utilizado recientemente es la competitividad.

Desde un sentido público, la competitividad es la capacidad de una región o estado para atraer y conservar inversiones. Su lógica es sencilla e intuitiva, aunque no por eso controvertida. Ciertos factores incentivan las inversiones como la probabilidad de que no asalten el negocio, el número y costo de los permisos, el tiempo en que proveedor incumplido resarcirá el daño o la facilidad para encontrar empleados capaces.

Si alguien heredara millones ¿dónde invertiría ese dinero para generar más capital? ¿En Suiza o en Somalia? A pesar de que la respuesta es obvia, existe la posibilidad de que dos personas con buenos argumentos lleguen a conclusiones distintas. Alguien podría pensar que en un lugar con sueldos altos es más caro mantener el negocio, mientras que otro vería eso como señal de personas con mejor desempeño laboral. Lo importante es poder sistematizar las diferencias.

El Foro Económico Mundial elabora el Índice de Competitividad Global para determinar qué país es más competitivo. En 2009, México ocupó el mismo lugar que el año pasado: 60 de 133. Mientras en 1996 éramos el lugar 32, en menos de quince años, 28 países se volvieron más competitivos que nosotros. Países ante los cuales nos mostramos presuntuosos como Puerto Rico, Costa Rica o Panamá ya nos han superado.

Los gobiernos locales deben tener cierta responsabilidad. Hay tres independientes que miden la competitividad local en el país. Ellos son elaborados por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) y la consultora Aregional. Difieren en su temporalidad, definición, sujeto de estudio y algunas variables, mas todos tratan de definir cuál región cuenta con las mejores condiciones para generar desarrollo.

Los resultados estatales 2009 de Aregional y el IMCO ubican a Puebla en el lugar 26 nacional. Sin embargo, mientras que para Aregional los principales problemas son las bajas tasas de crecimiento de las pymes, para el IMCO somos el estado con los jueces menos imparciales y la peor calidad institucional de justicia. Aunque las recomendaciones parecerían distintas están relacionadas entre sí. Un lugar que no garantice el respeto a los convenios frena el desarrollo de empresas.

Por su parte, el estudio del CIDE no mide entidades federativas sino regiones. La competitividad estatal delimita los problemas a gobiernos específicos, pero los inversionistas generalmente deciden basándose en tamaños de mercado y no en divisiones políticas.

La última medición del CIDE (2008) incluye una tabla que compara sus resultados con los estudios sobre ciudades del IMCO y Aregional. Si bien la forma de agrupar regiones es distinta para los tres casos, los resultados son interesantes. Las zonas metropolitanas de Monterrey, Chihuahua, Aguascalientes, Ciudad de México, Querétaro, Mexicali y Guadalajara aparecen con algunas variaciones entre los primeros quince lugares en los tres índices. Algo están haciendo bien. En el caso de la zona metropolitana de Puebla, ésta sólo aparecía en el estudio del IMCO en el lugar 15.

Algún poblano presuntuoso podría afirmar que el índice del IMCO es el más cercano a la realidad. Sin embargo, para la cuarta ciudad más habitada del país debería ser una obligación encontrarse en el top ten en cualquiera de los casos. Deberíamos presumir de la grandeza de Puebla por su capacidad para atraer inversiones respecto al resto del país y no sólo por los tacos árabes.

Algunos de estos estudios reconocen variables geográficas inalterables en su medición. Sin embargo, ciertas acciones para estimular las inversiones son responsabilidad directa de los gobiernos o municipios. Sólo falta un poco de voluntad.

Recientemente el IMCO publicó junto con el Banco Mundial el reporte Doing Business en México 2009 con una metodología mucho más específica. Al enfocarse sólo en la facilidad para hacer negocios y no en toda la competitividad excluye variables sociodemográficas y se centra en los tiempos y costos fijados por las leyes y reglamentos de cada estado. Finalmente una buena noticia. Según este reporte, Puebla hizo modificaciones que le permiten ocupar el primer lugar nacional en el indicador de menos días para abrir una empresa: doce.

Sin embargo, las bajas calificaciones en la facilidad para obtener permisos de construcción y hacer cumplir los contratos ubican a Puebla en el lugar 19 nacional. Los distintos estudios, tanto generales como particulares coinciden en un punto: los mecanismos de acceso a la justicia son caros, obsoletos y complicados, por lo que frenan nuestra competitividad.

La competitividad no es producto del azar o designio divino. Los gobiernos y las personas colaboran en todos los niveles para mantener las inversiones. Es necesario enfocarse en atacar los problemas más graves y en los que coinciden todos los estudios.

Mientras Puebla se convierte en una región o estado más competitivo los presuntuosos se conformarán con que ni en el DF, ni en Monterrey, ni en Aguascalientes hay tacos árabes.

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