sábado, 3 de octubre de 2009

El fenómeno Rafael Juanito

Hace poco leía sobre lo mucho que se nos olvida de la democracia cuando la vemos como el sistema natural de gobierno. Las discusiones sobre su esencia, alcance y límites casi siempre se dejan de lado. Le damos una bondad natural, olvidándonos de sus infinitas limitaciones y los problemas que no resuelve.

Durante el siglo pasado, aún los grupos más radicales de derecha e izquierda se burlaban de ella. La derecha radical consideraba una ofensa que los menos preparados tuvieran la remota posibilidad de ser elegidos. Con ello, limitaban a la voluntad popular y buscaban mantener eternos sus privilegios. Por otro lado, la izquierda reaccionaria consideraba a las elecciones una simulación de la burguesía para legitimar su dominio sobre el estado del país.

Los extremos enseñaban la fragilidad de elegir a representantes. Para los conservadores, era una ventana para perder sus privilegios, por lo que la atacaban con discursos sobre el riesgo de que alguien con sólo la primaria terminada fuera electo diputado. Olvidaban que en un país con millones de personas con únicamente instrucción básica, sería el cumplimiento del principio básico de representación.

Para los revolucionarios, la elección era una ventana menos para convencer al pueblo de que deberían de tomar las armas. Los privilegiados de antemano podrían argumentar que el pueblo amaba su preparación y conocimientos, aunque olvidaban que ello ocurría sólo porque contaban con mayores oportunidades.

Esto me remonta a la historia de Rafael Acosta, “Juanito”. La mayoría ya conoce su historia. Los medios nos atiborraron de información sobre su vida y obra, desde que fue actor en una película de ficheras, sus pleitos con el estado mayor presidencial hasta que lo llamaban así por un equipo de fútbol donde todos se llamaban Juan menos él.

Rafael Acosta (Juanito) saltó a la fama en una lucha contra las instituciones. La elección de Jefe delegacional en Iztapalapa involucra un presupuesto millonario en una zona donde el gobierno del DF (el PRD) controla casi todo. Ahí vive gran parte de sus grupos afines, desde los taxis pantera hasta los Francisco Villa. Es una zona olvidada desde hace mucho tiempo, pertenecer a grupos clientelares te trae una mejor calidad de vida, siempre y cuando votes por el PRD.

La historia de Juanito realmente comenzó con la elección del candidato del PRD a delegado. En ella se enfrentaron dos mujeres: Silvia Oliva y Clara Brugada. En medio de un cochinero de elección, donde todos trataron de hacer trampa, Clara Brugada fue electa por los perredistas de Iztapalapa, aunque Silvia Oliva impugnó el resultado ante los tribunales. Comenzaron las campañas contra los otros partidos. Irónico que el partido de izquierda hiciera de esas elecciones una mini simulación de su burguesía iztapalapense. No había remota posibilidad de que alguien más ganara, por lo que sólo hacía falta recorrer el territorio, pegar algunos carteles y prometer poco.

Faltando pocas semanas para la elección, el Tribunal anula el triunfo de Brugada y le da la candidatura a Oliva. Seguramente basado en legalismos, como las copias, los oficios o algunas fotos, el Tribunal determina que la nueva delegada sería Oliva, no Brugada. Olvidaron que Iztapalapa ya estaba tapizado del rostro de Brugada, e incluso que por el poco tiempo no podría quitarse su nombre de la boleta.

En medio de la lucha por el poder, alguien propone una solución salomónica: que la gente vote por otro candidato, un tal Juanito. Una vez ganando Juanito, él puede renunciar y Brugada sería delegada. Una decisión que describe lo surreal de la política mexicana: para que gane CB, la gente no debe votar por CB, sino por RA, porque si vota por CB, gana SO. Al final quien votara por RA no ganaba nada, más que saber que ayudó a que ganara CB.

Mucho se ha escrito sobre que el triunfo de Juanito habla mal de él mismo, de López Obrador o hasta de la gente de Iztapalapa. Me parece un análisis incompleto. Juanito no sería nadie hoy si el Tribunal no decide que la elección donde Clara Brugada es elegida candidata, era tan cochina que nadie podía determinar su resultado. No fue siquiera una lección para que a la siguiente las corrientes trataran de actuar adecuadamente. Fue un llamada a burlar la democracia por la puerta de al lado, argumentando la voluntad popular.

El fin último de la democracia es que todos puedan escoger quién los representará. Creo que lo que más se demostró es que la gente quería como delegada a Clara Brugada, una decisión que el Tribunal echó por la borda. El responsable último del cochinero que se hizo no creo haya sido López Obrador, sino el mismo Tribunal.

La democracia es imperfecta. Tiene mayores ventajas que otros sistemas de gobierno, pero en ocasiones sus tribunales no creo alcancen a ver el trasfondo del asunto. En este caso, si usaran gafas, podrían ver que sus decisiones pueden remitirnos a las viejas discusiones.

nos remitió a las discusiones que proclamaban las simulaciones burguesas iztapalepenses o que cuestionaban la llegada al poder del naco impreparado de Juanito.

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