sábado, 24 de octubre de 2009

Colaboración semanal


Mi colaboración que salió ayer en el periódico de Puebla "El Columnista". Se aceptan todo tipo de críticas y comentarios, sin importar si éstas son ácidas o atacan a la yugular. Todas son útiles para mejorar.

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Señales en el camino

Muchos municipios poco funcionales


Cuando iba en segundo de primaria la maestra nos hizo memorizarnos el nombre y ubicación de las 32 entidades federativas. La clase no continuó con el mismo ejercicio para cada municipio poblano. El examen final consistió en escribir el nombre de cada una de las siete “regiones” de Puebla en un mapa. Nunca más nos volvió a hablar de los municipios ni de esas regiones.

En las primeras democracias los iguales elegían al más capaz como gobernante. El pueblo trataba de escoger al más bello o inteligente para que condujera los destinos públicos de los particulares y les garantizara un mejor futuro. Actualmente escoger representantes también guarda la exigencia de que el elegido sea parecido a la población y que conozca sus problemas.

Ambas visiones pueden ser antagónicas. La primera -el virtuoso- prepondera la búsqueda de soluciones, mientras la segunda -el paisano- el conocimiento de las causas. El equilibrio perfecto ocurre cuando el elegido sabe por qué algo está mal y qué hace falta para mejorarlo. Una mezcla perfecta entre historiador y profeta. Difícilmente nos topamos con alguien así. Incluso en democracias consolidadas, la gente se conforma con alguien que no sea un paisano virtuoso.

A pesar de que Puebla es el quinto estado con mayor número de habitantes, somos el segundo con más municipios: 217. Las maestras no nos enseñan sus nombres ni ubicación por falta de tiempo.

Un mayor número de municipios podría provocar más alcaldes paisanos que virtuosos. Para determinar si esto ocurre en Puebla, intenté encontrar el último grado de estudio de cada alcalde. Fue imposible. Lo más cercano fue un directorio del Gobierno del estado, que reporta que sólo 53 alcaldes culminaron su educación superior. Solamente el 24% de los municipios poblanos son gobernados por alguien que terminó una carrera. En Baja California, el estado con menos municipios, los cinco alcaldes fueron a la universidad y en las 16 delegaciones del DF sólo dos candidatos electos no cuentan con estudios universitarios.

Podría exigirse un mínimo de preparación a los candidatos a alcaldes, pero es una práctica riesgosa en un país tan desigual. En México muchos abandonan la escuela no por falta de talento, sino de oportunidades. Por otra parte, la honestidad no está relacionada al historial académico. Alguien que se quiera enriquecer del presupuesto puede haber sólo llegado a segundo de primaria o tener un doctorado. La vacuna contra la corrupción no se encuentra en las aulas.

Sin embargo, toda buena intención de progreso necesita cierta dosis de técnica. Casi cada municipio de Puebla cuenta con infinidad de leyendas sobre algún alcalde que colocó pavimento antes del drenaje, que mejoró la cancha de basquet en vez de componer el centro de salud o que puso semáforos para ordenar el tránsito de los burros y las mulas.

En el país se han emprendido políticas para fortalecer los municipios y así mejorar desde lo local, tanto la participación como la economía. Sin embargo, la descentralización ha olvidado la composición de ciertos municipios trayendo no falta de recursos sino despilfarro. En 2008, Excélsior reportó que en el municipio más pobre de Guerrero, el alcalde gastó 16 millones en un nuevo palacio municipal y no invirtió un solo peso en agua potable o drenaje. Por otro lado, un estudio del Instituto Mexicano de la Competitividad señaló que entre 2001 y 2007 los gobiernos municipales de todo el país aumentaron en 68% su gasto en burocracia.

Un elevado número de municipios también es oneroso para el resto de la población, ya que implica mantener estructuras paralelas con poco margen de acción. En Puebla hay 217 cabildos, cientos de regidores con pocas facultades, 217 cuentas públicas por revisar por parte del Congreso y debería de haber 217 oficinas de acceso a la información pública (de acuerdo a la Ley aprobada). Se pagan muchos salarios con dinero público en puestos de poca trascendencia.

El número de municipios también dificulta el análisis objetivo y externo. ¿Cuándo fue la última vez que supimos que algún ayuntamiento del interior del Estado desarrollaba un buen programa? El debate se hace en los otros órganos de gobierno, pero no fluye hacia la sociedad. Un menor número de municipios haría funcionar mejor a Puebla. Los medios, los políticos y la sociedad podrían centrarse más en el cómo se utilizan los recursos y los programas de gobierno.

Técnicamente el Congreso del Estado está facultado para reducir el número de municipios. Dicha decisión sería sumamente costosa, pero no por eso debería omitirse un análisis bajo al menos dos criterios: el tamaño y la funcionalidad de cada municipio.

Los municipios tienen las mismas facultades, pero sus alcances, responsabilidades y composición distan mucho entre sí. Mientras la capital es el cuarto municipio más poblado del país, hay otros seis municipios con menos de mil habitantes y que juntos ni siquiera llenarían la mitad de la Explanada del Complejo Cultural Universitario. Blanca Alcalá le responde a 3,427 veces más ciudadanos que Adolfo Flores, alcalde de La Magdalena Tlatlauquitepec.

Por otra parte, una función de cualquier gobierno es hacerse de recursos para emprender acciones. Si bien el sistema mexicano dificulta que los municipios se hagan de ingresos propios, parece que algunos se niegan a hacerlo. De acuerdo con datos del año 2006 del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, mientras en el Edo. De México el promedio de recaudación de predial es de 15 millones de pesos por municipio, en Puebla es de sólo 1 millón y medio. En ese mismo año, mientras el municipio de Puebla recaudó 186 millones de pesos en ese rubro, los municipios de Chinconcuautla, Eloxochitlán y Pahuatlán no recaudaron un solo peso. Más allá del grado de marginación que enfrente, es inviable que un gobierno trabaje así.

Analizar la pertinencia y funcionalidad de cada municipio sería una forma en que se podría mejorar la calidad de vida de los habitantes. Si no se plantea alguna nueva modalidad a mediano o largo plazo, el estado seguirá contando con municipios con poco margen de acción, acciones intrascendentes, gastos onerosos, mucha burocracia y nula recaudación.

No analizar si conviene dejar los cientos de municipios alentará las leyendas sobre las ocurrencias de sus presidentes. Puebla seguirá contando con alcaldes paisanos y no virtuosos. Las maestras de segundo de primaria seguirán sin enseñar sobre los municipios por falta de tiempo.

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