martes, 13 de abril de 2010

El columnista 260210. Sobre la piratería


Mucha piratería pocas acciones locales

Dejé de ir a una cadena de cines por el comercial del “papá pirata”. El concepto me pareció discriminador y simplista. Tampoco creo que presentara una solución integral al problema de la piratería, sino una salida rápida y barata: apelar a la burla hacia los hijos por las acciones incorrectas de los padres. Prefería los comerciales del 10 pirata, donde el problema se delimita y establece claramente: robar está mal, sea una idea, un concepto, un producto o una calificación.

La búsqueda por adquirir un producto a buen precio motiva a muchos a ir a La Fayuca o a los tianguis. Las campañas publicitarias de las disqueras y las marcas de ropa nos generan ansias por poseer sus productos. En un país tan desigual, el único medio para muchos que se identificaron con los anuncios es adquirir piratería.

La desigualdad no justifica la adquisición de productos piratas, aunque debe tomarse en cuenta para plantear las soluciones. La piratería es en última instancia despojar a alguien más de su talento, tiempo e ideas. Es legítimo que alguien busque enriquecerse con sus ideas, pero es ingenuo que si alguien se mete a robar a una casa, el dueño no ponga una reja, un perro guardián o cámaras de seguridad. En Europa una tesis ha comenzado a cobrar relevancia en el combate a la piratería. Quizás el problema sea el elevado costo absoluto de algunos bienes y no el costo relativo respecto al producto pirata. Dicho de otra forma, el problema es que pocos pagarían 300 pesos por una película, pero sí desembolsarían 100. Esto sin importar que alguien más venda el producto falsificado en 20 ó en 5. Los distribuidores también necesitan ser más originales. Es un grave problema de mercado que los reproductores MP3 que vienen en la mayoría de los autos o estéreos no puedan utilizarse más que con productos piratas. No hay discos con toda la colección de Luis Miguel, Pearl Jam o José José en formato MP3.

La piratería puede combatirse desde su demanda o desde su oferta. En el primer caso se recurre a campañas sobre lo malo o inconveniente que es comprar piratería. El planteamiento gira sobre el mal ejemplo que se da a los hijos, en que se es un mal ciudadano o en que uno arderá en el infierno. Los argumentos, aunque válidos, se centran sobre aspectos de moralidad y no de racionalidad. La efectividad de estas campañas no ha sido la esperada en ningún lugar del mundo. Los triunfos contra los piratas casi siempre se han dado por acciones innovadoras de los afectados. Cuando un tribunal estadounidense ordenó que Napster cobrara por sus servicios y pagara por las canciones que distribuía, miles de personas comenzaron a utilizar otros programas. Actualmente muchas televisoras a nivel mundial han dejado de pelearse con Youtube y con Ares, prefiriendo competir en el mercado que ellos mismos crearon. Han preferido subir a internet sus programas con la máxima calidad, sólo colocando publicidad al empezar los videos para seguir recibiendo ingresos.

La otra manera de combatir a la piratería es por medio de la oferta. En este caso se requiere que el gobierno actúe de manera eficaz e inhiba la producción, distribución y comercialización de productos ilegales. Quizás lo más importante sea atacar a los grandes distribuidores y no sólo a los pequeños puestos en los tianguis.

Un informe de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual estima que el 95% de las canciones compartidas por Internet a nivel mundial fueron realizadas sin pagar un peso por ellas. Como las víctimas de la piratería se han vuelto invisibles, pareciera que bajar canciones no fuera un delito. De acuerdo con el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial a nivel mundial la mercancía de todo tipo que es imitada y transportada entre países tiene un valor anual estimado de 200,000 millones de dólares. El dato no considera los bienes que se producen y consumen en un mismo país. Si fuera así, la cifra sería mucho mayor.

El consumo de productos piratas en México es de los más altos del mundo. De acuerdo con la Alianza Internacional para la Propiedad Intelectual, en 2005 nuestro país ocupaba el cuarto lugar mundial en venta de estas mercancías, sólo debajo de Rusia, China e Italia. Algunas estimaciones sobre la cantidad de mercancía pirata en el país muestran un problema de grandes dimensiones e incluso paradójico. Según una encuesta sobre piratería en México de la Cámara Americana (American Chamber), el 58% de los mexicanos tienen una mala opinión de la piratería, pero el 88% adquirieron algún producto de este tipo. Por otra parte, de acuerdo con un reportaje de El Universal, ocho de cada diez películas y siete de cada diez CD’s de música son ilegales. De igual forma son adquiridos seis de cada diez usuarios de software, cinco de cada diez prendas de marca y dos de cada tres pares de tenis.

En 2008 lo que parece ser una buena noticia sigue recordando lo preocupante del asunto. Ese año redujimos dos puntos nuestro consumo de software pirata según el Estudio Mundial sobre Piratería de Software de la Business Software Alliance, pero aún el 59% de los usuarios de software usaban copias no originales.

La piratería es un problema que en última instancia nos afecta a todos. Para este año se prevee que poco menos de 10 mil millones de pesos no llegarán al fisco.

En junio de 2006 el gobierno federal suscribió el Acuerdo Nacional contra la Piratería. Si bien se ha reducido paulatinamente el consumo de software pirata, quizás sea más ocasionado por buenas medidas del sector empresarial que por acciones efectivas del gobierno. Por otra parte los avances no se han visto en otras áreas.

En el estado la situación también es preocupante. Según la Cámara Nacional de la Industria del vestido, Puebla es el segundo estado con más venta de ropa de imitación. Por su parte, la Canaco ha reportado que ocho de cada 10 poblanos compran productos piratas argumentando ser más baratos.

A finales de 2007 el periódico Reforma reportó que un cateo en Puebla aseguró más de 4 millones de artículos piratas. Esa ocasión la PGR anunció que era el mayor golpe a la piratería a nivel mundial y que Puebla era el mayor productor de piratería del país. Hace 15 días se confiscaron otras 11 toneladas de piratería. En el estado hay un grave problema que no ha sido atendido cabalmente.

Si bien las leyes que sancionan la piratería son del orden federal, también los gobiernos locales están obligados a regular el comercio. Es ilógico que los ayuntamientos expidan permisos para alguien que comerciará mercancía ilegal, tanto en la vía pública como en mercados. Es similar a si se diera una autorización para que en algún mercado, los locatarios pudieran vender drogas enfrente de todos.

Un estado con mercancías ilegales desincentiva las inversiones y no recauda impuestos. El gobierno estatal debería buscar mecanismos para coordinarse con los gobiernos municipales y negar permisos a aquellos que vendan artículos ilegales. De otra forma, parecerá que tenemos gobiernos piratas.

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