martes, 13 de abril de 2010

El columnista 160310. Sobre mantenimiento en el Centro histórico


Muchas obras en el centro, pocas alrededor

Después de muchos años, el fin de semana pasado fui a Querétaro. En mi memoria no recordaba que el Centro Histórico fuera tan espectacular y que la ciudad generara tanta sensación de orden. El primer día no hizo falta contratar un guía. En ciertas zonas turísticas el piso tiene letreros con explicaciones sencillas sobre la historia de cada lugar. El segundo día subimos a un tranvía que ahondó un poco más en las explicaciones. Al igual que Puebla, la ciudad está llena de leyendas virreinales, contadas por los guías con la misma pasión que sus abuelos.

El centro de Puebla es uno de los lugares más bonitos del país. Desde antes de que lo hicieran peatonal, el Zócalo era una de las mejores visitas familiares. Sin embargo, hasta hace unos años llegar al Zócalo de Puebla era un calvario para algún visitante de otra ciudad. He escuchado sinfín de historias de personas que sobre la carretera decidieron hacer una parada en Puebla, pero al entrar a la ciudad siguieron una infinidad e incluso contradictoria cadena de letreros que decían Puebla Centro, pero que no llevaban al Zócalo. En cambio, en Querétaro llegué al hotel con la señalética de la ciudad.

Una buena señalización para llegar al Zócalo desde Tepeaca, el Distrito Federal o Veracruz no es asunto menor. Desde el primer cuadro de la Ciudad se puede llegar caminando a 15 de los 18 lugares preferidos por los turistas, de acuerdo con una encuesta del año pasado de la Secretaría de Turismo estatal. Las únicas excepciones son las zonas de Cholula y la de los Fuertes de Loreto y Guadalupe. Desde el Zócalo, no hace falta tomar un taxi para disfrutar de la Catedral, el Museo Amparo, el barrio de Analco o los Sapos.

En varios países del mundo el principal atractivo es alguna ciudad, zona o estatua que haya sido nombrada Patrimonio Cultural de la Humanidad. El Centro Histórico de Puebla fue catalogado así por la UNESCO desde hace más de 20 años. Aunado a esto, el centro de Puebla cuenta con un trazo envidiado por muchas ciudades y edificios con varios siglos de antigüedad. Sin embargo, este privilegio viene acompañado de la dificultad para emprender acciones que revitalicen el centro, pero conservando su esencia. Cada vez que algún alcalde intenta modificar una banqueta, un mural o una fuente, de inmediato hay muestras de rechazo. ¿Seremos tan adversos al cambio? Creo que tenemos miedo de que un alcalde rompa nuestras tradiciones con algún proyecto lunático.

Hace dos trienios se propuso la construcción de un estacionamiento subterráneo. El proyecto fracasó, quizás en mayor medida por la falta de estudios serios sobre su viabilidad que en sí por ser una mala idea. El estacionamiento subterráneo de Querétaro genera más soluciones que problemas. No es difícil encontrar estacionamiento en los alrededores, pero si uno tiene prisa siempre hay una opción segura. Sin embargo, también es cierto que en un municipio tan desigual como Puebla, destinar unos 50 millones de pesos en un estacionamiento que sólo usarán quienes tiene auto suena frívolo. El sector comercial del centro, uno de los principales beneficiarios, debería también de aportar a la obra, ya sea monetariamente o haciendo propuestas.

De acuerdo con la Secretaría de Turismo estatal, durante 2009 casi 6 millones y medio de personas visitaron el estado, de las cuales más de 4 millones estuvieron en la capital. La derrama económica en el estado significó más de 5 mil 500 millones de pesos y para la ciudad 4 mil 150 millones de pesos. Cada visitante dejó en promedio una derrama económica de mil pesos. Destinar recursos para dignificar el centro o incluso para construir un gran estacionamiento no es populista, sino una inversión rentable y que puede generar empleos y mayor crecimiento económico. A pesar de los 5 mil 500 millones de pesos, durante los últimos cinco años sólo se han invertido alrededor de 10 millones de pesos de acuerdo con la Cuenta Pública del municipio.

La inversión en el primer cuadro no es tan alta como se podría esperar. Sin embargo, el problema mayor es que se han olvidado otras zonas. Caminar por las banquetas de la 9 Sur pasando Reforma es un calvario, manejar en las inmediaciones del mercado de La Victoria en sábado es un suplicio. Las remodelaciones y embellecimientos se han hecho en el corazón de la Ciudad, olvidando que el centro también tiene brazos y pulmones. Sólo se conservan en buen estado el centro y el acceso de sur a norte y el de poniente a oriente. El resto de nuestro centro parece olvidado, al igual que varias fuentes y monumentos.

Un mecanismo para que las zonas que no generan votos sean recuperadas y se les dé mantenimiento, es que los responsables sean personas sin interés en ser votados. Otras ciudades del país cuentan con Consejos Ciudadanos con capacidad de dar las directrices necesarias a los gobiernos específicamente para los Centros Históricos.

Los alcances varían entre uno y otro, pero en Zacatecas, Guadalajara, Oaxaca o la misma Ciudad de México tienen dichos organismos. Su voz es primordial para tomar una decisión que atañe a todos. Sin embargo, su mayor problemática es que pueden terminar convirtiéndose en simples merolicos si el gobierno no los escucha. Sólo ser un grupo de expertos que se reúnen para decir lo que está bien o lo que está mal pero sin capacidad para vetar o llevar a cabo determinadas acciones.

En 2001 se creó en el Distrito Federal el Consejo Consultivo para el Rescate del Centro Histórico. Fue una iniciativa en la participaron el Gobierno Federal, el del DF, empresarios y varios representantes de la sociedad civil. Este Consejo ocasionó la creación de la Fundación Centro Histórico, un órgano que también ejecuta proyectos de manera coordinada con el Gobierno, pero sin tanta burocracia y con recursos de la iniciativa privada. La Junta de consejo de la Fundación está integrada lo mismo por Carlos Slim que por Jacobo Zabludovsky o Carlos Payán. Un cúmulo de personalidades para el rescate del centro.

En Puebla existe un Consejo Ciudadano del Centro Histórico y Patrimonio Edificado. Sin embargo, hace falta que dicho Consejo se convierta, con el apoyo del gobierno del estado y del municipio, en un ente autónomo, regulado y en el que participen tanto empresarios, funcionarios como arquitectos o historiadores. Actualmente dicho Consejo está integrado en su mayoría por ingenieros y académicos.

Un órgano que tenga la capacidad para difundir sus ideas necesita también de un trabajo continuo y a mediano plazo, donde los empresarios aporten recursos e ideas y los alcaldes se vean obligados a poner fuentes o exposiciones porque es rentable o porque embellece el lugar y no sólo porque hay que gastarse el dinero. A finales del año pasado se anunció para dar continuidad a los proyectos de esta administración la creación de una Agencia del Centro Histórico, la cual estaría lista para febrero. Hasta el día de ayer, nada se había avanzado.

El viaje a Querétaro sirvió para ver a dos viejos amigos, que emigraron de Puebla hace unos años. Cuando uno de ellos vivía en Puebla, su casa estaba en una hermosa privada empedrada, cerca de la Cruz Roja, el Paseo de San Francisco y el centro. Al igual que sus padres y hermanos, creció en Puebla toda la vida. A pesar de que su hogar en Querétaro es mucho más pequeño y no está tan cerca del centro, ninguno tiene planes de regresar a vivir a Puebla. Su familia cree que ahora viven mejor y que tienen más lugares donde pasear.

No sé cuántos poblanos hayan dejado de visitar todo el centro en su conjunto desde hace varios años y ahora sólo vayan al Zócalo. Ojalá mi amigo sea la excepción y no una regla generalizada por un proyecto a mediano plazo para recuperar todo el centro de la Ciudad.


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