viernes, 8 de febrero de 2008

Cual... realidad???


En algunas ocasiones me lamento de ya no estar estudiando. Anhelo el despertarme con la máxima preocupación de pasar un examen, pensar en lo que diré para la clase en la que no leí, divagar sobre el tema del que tengo que hacer mi ensayo final, en fin. La escuela trae al ser humano un momento de reflexión para el que la vida diaria no es muy útil. Hoy con menos de un año de experiencia como trabajador de tiempo completo, también lamento no tener a la mano un profesor dedicado todo el día a recordarme los autores o lecturas que me puedan ser útiles.

Esto viene a colación porque no puedo recordar un texto que leí en el último semestre de la carrera. Me acuerdo que fue utilizado como prólogo a un curso sobre metodología de la investigación, mas tal libro no sólo argumentaba sobre cómo investigar, sino la esencia misma de la investigación. A través de un resumen histórico sobre la evolución del pensamiento, su punto era demostrar algunas cosas que no pueden pasar de largo para quien quiera conocer. Las más notables que recuerdo fueron:

1. Los datos duros no existen, son simples aproximaciones.

2. No hay fuentes completamente confiables, todas son susceptibles de modificaciones.

3. La realidad... la realidad... inalcanzable. No podemos decir que algo fue, pues al usar palabras forzosamente le estamos poniendo situaciones imaginarias que fueron planteadas por otras personas y bajo otras circunstancias. La casa es hermosa, se cayó y murió, está en el cuadrante 45, vive en el número cinco de la calle Libertad, el libro está en el escritorio.

4. Generalización vs Individualización. Qué es mejor? Explicar muchas cosas con pocas variables, con el riesgo de que te alejes tanto de lo que quieres explicar que cuando lo hagas, ya te encontrarás demasiado lejos de lo que hablabas... o... explicar una sola cosa, sin importar que se parezca a otras miles o que se encuentre a nanometros de distancia, lo que quise explicar sólo me sirve para este caso específico.

En el mundo real esto sirve para... para... jejeje. Creo sólo para ordenar las ideas y dar argumentos esporádicos para cuando te convenga. Si tu jefe te pregunta por qué no tomaste a X fuente como parte fundamental de lo que estás haciendo, simplemente echando un rollo sobre que tal indicador no te ayuda a medir lo que quieres usar porque tienes X factor exógeno que te afecta, o que obtener tal cosa es muy costoso y te reflejará menos que lo que estás haciendo, en fin. Filosóficamente es hermoso y te hace pensar mucho, pero prácticamente... no sirve para nada.

A una persona que quiere comprar un producto no le importará si las calorías que busca evitar para no subir de peso son algo real o un invento, yo no compraría una computadora si me pongo a pensar sobre que las imágenes que me presenta son irreales, no utilizaría una pluma si empiezo a buscar en que lo que dibuje sobre ella sólo tiene sentido porque así se lo damos, pero en un mundo completamente real (donde todo sea visible, olible, tocable, en otras palabras: sensible e inteligible) no existiría.

Más allá del sofismo que podría utilizarse a este orden de las ideas, me da curiosidad el pensar que yo quería hacer una crítica al periodismo de mi lugar de origen, y terminé echándome una discusión filosófica. Quizás en los siguientes diez minutos de ocio que tenga en el trabajo. Claro... si mi trabajo sigue siendo real y útil.

Para terminar mi chaqueta mental contaré un chiste que me parece el que mejor describe el anhelo de realidad.

Un profesor de la facultad de filosofía más cabrona a nivel mundial tenía fama de siempre reprobar a sus alumnos, al menos en el primer examen. La calificación de la materia consistía en un único examen de una sola pregunta. Los alumnos de esa materia, en vano se desvelaban durante semanas leyendo a todos los textos, desde Aristóteles, Descartes, Santo Tomás, Nietzche, Kant, Hegel, Nezahualcóyotl, Confucio, etc. Debían saber argumentos de todo tipo de filósofos sobre todo tipo de temas y todo tipo de culturas.

El día del examen, el profesor llega al salón de clases y deja sobre su escritorio su maletín. Los alumnos en completo silencio esperaban a que anotara la única pregunta en el pizarrón. El profesor toma un plumón y escribe con letra clara: “Pregunta única: Demuestre que el escritorio no existe”. Acto seguido, el profesor toma sus cosas del escritorio, sale del salón de clases y se va.

Los alumnos se quedaron atónitos. Era el momento de que demostraran todo lo que estudiaron y con argumentos probaran la inexistencia de la mesa. No habían terminado algunos de pensar cómo empezarían su ensayo, cuando un alumno se levanta de su pupitre y deja su hoja de examen sobre el escritorio. Al parecer se había rendido, o había terminado en un tiempo inusual.
La mayor parte de la clase no puso atención y comenzaron a escribir. El que más tardó, dilató seis horas en salir del salón de clases, después de demostrar con algoritmos, argumentos, matrices, conjugaciones y N cantidad de formas de decir las cosas, que el pupitre no existía.

Pasan las semanas y llega la hora de recibir calificaciones. Sorpresivamente todos habían reprobado menos una persona. El alumno que salió primero del salón de clases había sido el único aprobado, y no sólo eso, había obtenido la calificación más alta.

-¿Cuál habrá sido su respuesta?- se preguntaban sus compañeros.

La respuesta era muy sencilla.

Ante el cuestionamiento: demuestre que el escritorio no existe, el alumno escribió únicamente en su hoja de papel: ¿cuál escritorio?

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