jueves, 21 de febrero de 2008

Competitividá…


Un buen grupo de amigos forman parte de una asociación civil llamada: Jóvenes por la Competitividad, A. C. A pesar de que no he discutido con ellos a profundidad sobre su grupo (más por falta de tiempo que de interés), su móvil en un inicio me parecía perturbador, porque conceptualmente yo encontraba una contradicción. ¿Cómo puede un joven que no es competitivo aún, luchar por la competitividad? Teóricamente, si yo tengo un grupo que luche por la democracia, al menos al interior deberíamos todos de ser demócratas en teoría y en práctica. De igual forma pasa con grupos que apoyen derechos de personas discapacitadas, si bien no todos tenemos que tener alguna discapacidad, debemos comportarnos respetuosos con los que sí la tienen.

Nunca he podido charlar a profundidad sobre ese aspecto con ellos (con lo cual soy ampliamente injusto al comenzar este texto poniéndolos como ejemplo), pero no me cabe duda en que si tenemos un problema en México es nuestra falta de competitividad.Más allá de mis dudas conceptuales que ni siquiera les he planteado, sí me parece rescatable que un grupo de chavos se interese en modificar bajo sus propias acciones esta situación.

He pensado sobre el tema y he escuchado numerosas opiniones que tratan explicar el por qué no somos competitivos: nuestra cultura, nuestra mediocridad, la falta de estado de derecho, los medios de comunicación, el chupacabras, La Volpe, la educación, televisa, bla, bla, bla. Estoy más que de acuerdo en que todos estos aspectos ocasionan en que uno sea competitivo, pero estoy convencido nuevamente en que el problema proviene de la desigualdad en el país.

En México no estamos acostumbrados a competir porque el sistema no lo demanda. Si nunca competimos, ¿cómo podremos ser competitivos? (qué gran descubrimiento, no??)

Un niño que nace en un hogar con ingresos altos nunca tendrá la necesidad de competir contra toda la población de su país. No me refiero a que no lo hará en su vida, sino a que nunca tendrá esa necesidad. Si ese niño decide abandonar sus estudios, tendrá la oportunidad de invertir capital de su familia para abrir un negocio, o en otros casos continuar con la empresa familiar. Si decide estudiar una carrera universitaria y no quiere estudiar en la mejor universidad, bien podrá aplicar a una institución con buenos maestros, buenas clases y una colegiatura tan cara, que podría levantar a una pequeña comunidad. En su vida no aparece la necesidad de competir.

En otro caso, un niño que nazca en el seno de una familia con ingresos medios tampoco tendrá dicha necesidad. Él podrá estudiar en una escuela privada y si decide seguir estudiando y por alguna razón reprobase el examen de admisión de una universidad pública, podría continuar estudiando en una universidad privada con baja colegiatura.

Un niño que nazca en condiciones muy humildes deberá esforzarse toda la vida para culminar el bachillerato. En este sentido, estoy seguro que al culminar sus estudios universitarios ya será un joven competitivo. Y no es por exaltar a los pobres, pues estoy seguro que de cada 10 niños que nacen pobres, menos de 1 culminará la Universidad. En el camino se quedaron 9 que nunca podré tomar como ejemplo porque en el mejor de los casos, cruzaron la frontera norte.

Insisto que todos los casos son el extremo. Creo conocer a mucha gente de clase alta que se ha esforzado en estudiar en la mejor universidad, en emprender proyectos desde jóvenes y en salirse del seno familiar desde que se pueda. También conozco mucha gente de familia con ingresos medios que decidieron estudiar en una universidad privada y con base en esfuerzo consiguieron una beca. Una beca que costó mucho sudor pagar y que esperan les reditúe en una mejor preparación.

No tenemos en el país un mecanismo en el que verdaderametne la gente de todos los niveles esté atenta por todo lo que implica su desarrollo en poco tiempo. Escuchaba a Carlos Elizondo contar alguna ocasiòn que mientras en Corea, todos los alumnos (ricos, pobres, guapos, feos) quieren estudiar en la Universidad Pública de Seúl por ser la mejor que existe, en México no ocurre eso. A pesar de que las escuelas públicas tienen una tasa de retorno mayor a la inversión que casi cualquier universidad privada, muchos aspiran a entrar a universidades de paga. Incluso cuando estaba en la prepa, jamás habría pensado estudiar en otra universidad pública que no fuese el CIDE. Antes me hubiera ido al ITAM, UDLA, UPAEP o IBERO.

En México falta un mecanismo en que los jóvenes de todo el país tengan 5 horas para demostrar todo lo que saben. Que en 5 horas todos nos estuviésemos jugando gran parte de nuestros sueños y futuro. Empieza un examen y todos tenemos 5 horas para demostrar que somos buenos, para demostrar que aspiramos a ser los mejores y para no caernos. Naturalmente muchos reprobarían, pero estoy seguro que aprenderían lo que es tener la presión de tirar un penal en una final del mundial, de estar frente a la oportunidad de sus vidas y no dejarla pasar, de saber que al menos dos años de tu vida dependen de sólo lo que puedas hacer en esas cinco horas y que desconcentración en un minuto puede marcar la diferencia.

Estoy más que de acuerdo que no todo radica ahí. Durante muchos años la UNAM fue la única escuela a la que se aspiraba. Algo más falló, pues en ese tiempo México no fue el país más competitivo del mundo. Faltó un proceso completamente transparente, que aspirasen a educación básica y media otros tantos alumnos del país, etc. Faltan muchas otras cosas, pero creo que en este momento ese factor aportaría demasiado. Después de mi chaqueta mental, creo lo mejor que puede hacerse para mejorar la competitividad es que los que tuvimos la oportunidad de estudiar nos sigamos esforzando por aprender más, pero redistribuyendo el conocimiento entre quien no tuvo tal oportunidad.

Nos da miedo enseñar a pescar al de junto porque quién sabe si luego va a pescar mejor que nosotros, aunque realmente eso no debería importar. Si uno se sigue preparando podrá pescar siempre mejor que los demás, y si ayuda a los otros a pescar, siempre te estarán agradecidos y empezaremos a aprender a competir, no sólo con el objetivo de ganar sino de simplemente esforzarnos y sentirnos satisfechos de haber mejorado.

Si no aprendemos a competir, seguro seguiremos fallando penales de manera sistemática en el momento decisivo. Por eso la foto: Omar Bravo en el Mundial después de fallar la manera más fácil de meter un gol que empataría un juego ante una de las mejores selecciones del mundo y que incluso lo colocaría en la lucha por el título de goleo de ese Mundial.

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