miércoles, 30 de abril de 2008

Intolerante a la intolerancia

Hace menos de cuatro días fui testigo de una charla muy interesante. Un amigo con tendencias a la mochez más extremas (ojo: tendencias) y otro amigo ciertamente muy liberal comenzaron a discutir sobre educación sexual en los menores. El primero dijo que nunca en la vida daría un condón a sus hijas, pues promovería su promiscuidad y que se embarazaran a los 12 años, mientras el segundo decía que precisamente para que no embarazaran a los 12 años, les hablaría a sus hijas sobre cómo cuidarse.

No voy a discutir sobre ese punto específico, sino que me llamó la atención que al finalizar la discusión ambos se catalogaron mutuamente como intolerantes.
Intolerancia. La misma palabra que utilizan en la tribuna del Senado, tanto legisladores del PRD como del PAN y el PRI. Un adjetivo tan subjetivo, aplicable a toda circunstancia y deslegitimador a toda propuesta que puede ser usado como decir que algo es feo o bonito. ¿Qué tendencia es más intolerante? ¿La izquierda en pro de los derechos de los individuos o la derecha en contra del libertinaje?

Durante la Universidad el texto sobre el tema que más impresionó fue escrito por John Locke, por el siglo XVII y cuyo nombre es: Ensayo sobre la tolerancia. Es un libro escrito durante los años 1600 y tantos, por lo que es asombrosa la lucidez del autor para expresar su punto de vista, tomando como eje central de la discusión sobre la tolerancia religiosa. En una sociedad donde sólo había cristianos, Locke asevera que deben de respetarse otros credos, que el Estado debe ser garante de ello y no sólo eso, sino que a los católicos intolerantes no puede aplicárseles tal principio.

Respecto al punto del que les comentaba sobre la discusión de mis amigos, yo creo que la derecha en su forma más radical es más intolerante que la izquierda en su forma más radical. En una situación hipotética, en la que se encuentren el cura más opus dei del opus dei y el anarquista más anti Estado de la Liga Anarquista Mundial, creo que los argumentos menos insensatos provendrán del anarquista. Es una cuestión discutible y variará por tema, pero en forma general, el hecho de que el sustento último de la derecha sean cues
tiones basadas en la Fe y no en la razón, provoca que no se discutan sólo ideas sino posturas irreconciliables.

Dicho de otra forma, si el anarquista y el sacerdote discuten sobre el aborto, el primero comenzará diciendo que cada persona es responsable de su propio cuerpo y que nadie, ni el Estado ni nadie tienen capacidad para decidir lo que esa persona quiera hacer. Por su parte, el sacerdote partirá de un principio religioso: Dios nos da la vida y nadie puede quitarla. El sacerdoet pone fuera de su discusión si existe un Dios, si es éste o uno de sus súbditos el que nos da la vida o si el Dios verdadero (suponiendo que no sea el suyo) sí nos da derecho a quitar la vida. Llegará un punto de la discusión en el que el anarquista aceptará que una persona no quiera abortar si esta persona no lo decide así, mas el sacerdote nunca aceptará que alguien quiera abortar sólo porque así lo decide.


Es un tema largo y encontrar al verdadero y más intolerante será difícil en cada uno de los temas. El punto básico para ser tolerante es estar abierto a escuchar las opiniones de los demás, a decir el clásico dicho de Bora Milutinovic: Respeto opinión, pero no comparto, y a saber a conciencia que lo que se discute en toda discusión son ideas, no personas. Yo puedo estar a favor o en contra del aborto, pero no estar a favor o en contra de alguien que se practica un aborto.

Ahí viene un hueco importantísimo, que mal llenado puede terminar en tragedias como el Holocausto, la formación del Ku Kux Klan o Al Qaeda.
No creo que esto último sea incongruencia.

Todo el mundo occidental actual condena la violencia injustificada. Incluso en algunos casos llegamos a condenar aquella que es justificada, dígase la que ejerce legítimamente el Estado. Sin embargo, creo todos podemos discutir ideas sobre el tipo de
sociedad que traen los emos, los homosexuales o los drogadictos, pero siempre tomando como punto de partida que discutimos sobre esos temas como conceptos y no como personas.

Yo puedo ser tolerante y estar en contra de la forma de ser del concepto tradicional de un judío, pero esa misma tolerancia me abre la puerta a que pueda discutir sobre lo que pienso y no tratar de exterminarlos por pensar distinto a mí.


Finalmente, de todo el tema de la tolerancia me causa algo de ruido la falta de lógica en cierta paret de la discusión de este tema. La tolerancia trae dentro de sus posturas un contra argumento cíclico contra ella misma. Una persona completamente tolerante deber serlo ante todo tipo de posturas, incluso aquellas intolerantes. He ahí la importancia de distinguir entre ideas y discusiones con personas y hechos. Algunos pensarían que si fuésemos completamente tolerantes a los emos, también deberíamos serlos a aquellos que piden su exterminio. En este último caso, creo lo más importante es escuchar razones y no aplaudir hechos, y en caso contrario esperar que el Estado use la fuerza legítima que posee para evitar que sean exterminados.

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