sábado, 23 de enero de 2010

El Columnista 220110


Mi colaboración de ayer en El Columnista. En el informe del gobernador de Puebla el número de alumnos es menor a la cantidad de becas otorgadas. ______________________________

Señales en el camino

Un mal informe con más becas que alumnos

En una democracia plena los informes de gobierno serían un gran mecanismo de rendición de cuentas. Una vez al año el gobernante en turno presentaría por qué la entidad o el país son mejores que el año anterior. Sin embargo, en México los informes se han convertido en instrumentos de presunción, donde el informador sólo hace gala de su poder.

En el Reino Unido periódicamente el Primer Ministro acude al Parlamento a debatir sobre algún tema específico. Las discusiones y debates son intensos. Cada uno de los ministros destroza las ideas y políticas del gobernante, poniendo su gestión al escrutinio público. El Primer Ministro debe defenderse argumentado las razones por las que tomó determinadas decisiones. Al final, el triunfador es aquel que tiene los mejores argumentos.

Lamentablemente, en los informes de gobierno mexicanos se grita o se guarda silencio, pero no se discute ni se analiza. Muchos diputados federales de oposición no entendieron que la mejor fórmula para dejar en ridículo al presidente era exhibir los errores con argumentos e información verídica. En su lugar, prefirieron vestirse de payasos, llevar mantas y gritar consignas. No debatieron como en el Reino Unido, sino que prefirieron hablar solos.

La semana pasada el gobernador del Estado rindió su quinto informe de gobierno. Si bien no hubo payasos en el Congreso, los mudos desaprovecharon la oportunidad de exhibir las fallas. Los medios se encargaron de escribir sobre los mensajes, las claves, los invitados y la trascendencia del evento. Sin embargo, no he encontrado ningún análisis sobre el contenido mismo del informe. En lugar de evaluar la gestión del gobernador por lo que él mismo declara que ha hecho, las críticas se han enfocado en el color de su corbata, el orden de sus invitados o las mantas afuera del Congreso.

El V informe del gobernador está disponible en Internet. Esto es una buena señal, ya que permite a cualquier ciudadano revisarlo sin hacer grandes filas ni presentarse en una oficina de gobierno. La presentación es amigable, aunque su orden deja mucho que desear. Está dividido en cinco ejes de gestión, los cuales se traslapan entre sí y provocan que el reporte de algunas acciones se repita en varias ocasiones. El informe cuenta con 472 páginas.

A pesar de estar en Internet, el informe estuvo pensado para que nadie lo leyera. La extensión es ridícula y algunos términos abstractos como calidad de vida o justicia se repiten hasta tres veces en un mismo párrafo y veinte en una misma página.

Si la información que apareciera en el Informe fuera valiosa o al menos estuviera bien ordenada, no importaría que tuviera mil o tres mil páginas. Sin embargo, el Informe casi reporta hasta el clip que sujetó la hoja en la que se estampó una firma para empezar un programa. Se informa, por ejemplo, que los funcionarios realizaron mil 74 visitas para atender peticiones en el interior del estado; que se apostillaron 7 mil documentos; que se realizó un evento conmemorativo del Día de Reyes Magos con globos y un desfile; que se imprimieron 10 mil trípticos y se enviaron cientos de correos electrónicos para promocionar una feria; que se crearon varios edificios y se remodelaron instalaciones para combatir el crimen, o que se adquirieron 100 ejemplares y 10 discos compactos de un libro que promueve la equidad de género. El texto menciona sólo los productos y no los resultados agregados de todas las acciones de gobierno.

El informe omite mencionar si la remodelación de los edificios redujo el crimen, si las peticiones fueron atendidas o cuestiones aún más relevantes sobre el desempeño gubernamental. El punto central de un buen debate democrático sería no sólo si los trípticos, los libros, el desfile y los globos fueron adquiridos o realizados, sino si el procedimiento fue el idóneo, tanto en costo como en beneficio para la sociedad. ¿El precio que paga el gobierno por los trípticos o es mejor que el pagado en otros estados por el mismo servicio? ¿Los libros fueron consultados por quienes los compraron? ¿Nuestros funcionarios están mejor preparados que en Chiapas o Veracruz? Ninguna de las preguntas relevantes es contestada.

El desorden dificulta sólo buscar algún dato específico para la evaluación. El eje 3 de Competitividad y Progreso, por ejemplo, mezcla el apoyo al campo con el mantenimiento a carreteras y el presupuesto de la Secretaría de Finanzas. Los temas no son excluyentes entre sí pero les falta un hilo conductor.

Por otra parte, algunas acciones se presentan como grandes logros, pero al no estar contextualizadas es imposible evaluar si se realizó un buen trabajo. Por ejemplo, ese mismo apartado dice: “generamos las condiciones necesarias para atraer inversiones privadas por 4 mil 497 millones de pesos (…) las cuales generaron 3 mil 213 empleos”. El dato por si mismo es insuficiente, ya que no se establece si hubo un avance o retroceso en el monto de la inversión.

Lo más preocupante es que algunas cifras no cuadran, como en el reporte de los pisos firmes. Un párrafo dice que se realizaron: “20 mil 409 acciones de piso y 12 mil 633 de techo en 132 municipios”. Sin embargo, más abajo se reporta que se construyeron “153 mil 954 Pisos Dignos (…) con una inversión de 262 millones 252 mil pesos”. Entre 20 mil y 153 mil hay una gran diferencia que debería ser explicada de manera puntual.

El dato inconsistente más preocupante aparece en la parte de educación. El informe reporta que se otorgaron 2 millones 312 mil becas en Puebla durante el año pasado. Sin embargo, de acuerdo con la Secretaría de Educación Pública federal, al inicio del ciclo 2007-2008 en todo el estado había sólo 1 millón 790 mil alumnos inscritos, desde el nivel preescolar hasta posgrados. El número de becas otorgadas sobrepasa la cantidad de estudiantes del Estado en escuelas públicas y privadas por casi medio millón de personas, doce veces el Estadio Cuauhtémoc lleno.

Existen varias posibles explicaciones ante el hecho de que hay más becas que alumnos: 1) todos los estudiantes poblanos -desde primero de kínder hasta posgrado- cuentan con una beca e incluso a algunos tienen dos o tres; 2) las cifras están infladas para decir que un secretario hizo más de lo que realmente trabajó; 3) existe corrupción y el dinero de ciertas becas termina en el bolsillo de algún funcionario ó 4) hubo un error al momento de reportar los datos. Ante la inexistencia de un padrón de beneficiarios y otros mecanismos más importantes de rendición de cuentas que el mismo Informe, no puede comprobarse la realidad o falsedad de cualquiera de estas hipótesis.

El dilema más grave de estas diferencias quizás no sea que las cifras no cuadren, sino que ni los ciudadanos, ni los medios, ni la oposición se han dado cuenta de que el informe es incompleto y que en Puebla existen más becados que estudiantes.



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