domingo, 17 de enero de 2010

El Columnista 15012010


Mi colaboración de ayer en el periódico El Columnista

Señales en el camino

Mucho riesgo nula información

Durante la época de mayor alarma por las exhalaciones de ceniza del Popocatépetl, perdíamos muchas horas de clase en simulacros. No era para menos. El volcán y su ceniza eran casi omnipresentes. En las mañanas acostumbrábamos dejar las mochilas en el lugar donde nos tocaba formarnos para entrar a clases. En menos de diez minutos, las mochilas estaban cubiertas por una blanca ceniza. Los poblanos estamos acostumbrados a vivir rodeados de eventuales tragedias, desde muy pequeños sabemos que en esta zona la tierra se mueve y un volcán nos vigila.

Esta semana el mundo se conmocionó por un terremoto en el país más pobre de la región. Haití ha sido casi desde su fundación un territorio con recursos, infraestructura y gobiernos muy pobres. Mario Vargas Llosa en La Fiesta del Chivo habla sobre el dictador Rafael Trujillo de República Dominicana, país vecino de Haití. Cada vez que menciona a este último territorio, refiere –sin ningún afán de alabanza- que gracias a Trujillo, Dominicana no es más la isla llena de pobreza y sin futuro que desde siempre ha sido Haití.

Aún no existe un cálculo específico para el número de muertes ocasionadas por el terremoto en Haití. La tragedia aparte de humana es económica y hasta simbólica. En minutos algunos de sus edificios más emblemáticos desaparecieron. Como si mañana la Catedral, los Fuertes de Loreto y Guadalupe o el Estadio fueran destrozados por un sismo. A pesar de que la ciencia aún no puede prever con exactitud y tiempo de antelación el lugar e instante en que ocurrirá un sismo, sí existen medidas que permiten reducir al mínimo los daños.

Desde hace varios sexenios México ha sido ejemplo en cuestiones de protección civil. Después del terremoto de 1986 se creó el Sistema Nacional de Protección Civil, el cual permite brindar apoyo inmediato ante desastres, no sólo en cuestión logística sino también para permitir una rápida recuperación económica. El Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) opera para facilitar esta recuperación después de sismos, erupciones volcánicas, deslaves, lluvias, huracanes o maremotos.

En nuestro estado, los últimos años los desastres naturales han causado mayores estragos en el interior. En 2005 Segob emitió declaratorias de emergencia en 28 municipios poblanos que se vieron afectados por las lluvias provocadas por el huracán Stan, mientras en 2007 hubo declaraciones similares por el Huracán Dean en 74 municipios. Si bien todo ha vuelto a la normalidad después de la tragedia, aún queda la duda de si los estragos pudieron ser menores.

El gobierno estatal presenta nula información a los poblanos en materia de Protección civil. No es posible encontrar referencias en línea sobre los lugares de mayor riesgo ni sobre las medidas se pueden tomar ante alguna emergencia. En cambio en otras entidades como Veracruz, Yucatán y el DF existen Secretarías de Protección Civil.

En Puebla, la página del Gobierno del Estado sobre este tema fue actualizada por última vez en junio de 2009, como si la temporada de frío que tenemos actualmente no tuviera el potencial de cobrar vidas. La poca información que contiene el sitio es, en el mejor de los casos, incompleta. En el apartado: Protección Civil infantil aparece una liga que seguramente no le servirá a ningún niño poblano: "Alerta, maremoto, tsunami". Aunque el link no lleva a ningún lado, el riesgo de un tsunami en un estado donde no hay mar parece una burla. Esa misma sección contiene un documento poco didáctico y con términos que pocos niños pueden entender como antrópico o multisectorial. Por último, aparecen tres links de organismos de otros estados, que no son ni los más cercanos ni los que cuentan con información más actualizada: Baja California, Yucatán y Sonora. Pareciera que la información en el sitio es sólo para poner algo y no para incluir material que pueda salvar vidas.

Un factor indispensable para que las medidas de protección sean eficaces es la participación de los ciudadanos, la cual requiere de información detallada no sólo sobre cómo actuar ante una emergencia sino también sobre los factores de riesgos. La Ley del Sistema Estatal de Protección Civil contempla la realización y actualización del Atlas de Riesgos del Estado. Por otra parte, el Plan Estatal de Desarrollo de esta administración puso como la primera de sus líneas de acción en el apartado de Protección civil: “Elaborar el Atlas de Riesgos en el estado”. El interés es mucho, aunque sólo a través de palabras.

Durante el año pasado varias veces se anunció que se estaba trabajando en la elaboración de un Atlas de Riesgos. Incluso de acuerdo al Segundo Informe de Gobierno (de hace tres años), a esa fecha se habían elaborado "cuatro Atlas de Riesgos de las regiones Norte, Nororiental, Serdán, y Tehuacán y Sierra Negra". En la página de Internet del Fondo de Prevención de Desastres Naturales de la SEGOB federal aparece que en 2008, el Servicio Geológico Mexicano recibió 4 millones 600 mil pesos para la elaboración de un Atlas de Peligros del Estado de Puebla. Sin embargo, dicho Atlas no pudo encontrarse ni en los sitios del gobierno del Estado, ni en el Servicio Geológico mexicano, ni en el Sistema Nacional de Protección Civil.

De existir el Atlas, seguramente está en el escritorio de algún funcionario, a pesar de que su difusión puede salvar vidas o evitar tragedias. En ciertos lugares de la Sierra Norte los deslaves no ocurren sólo por las fuertes lluvias, sino también por la deforestación. Un buen Atlas permitiría a todos identificar no sólo que algunas zonas son húmedas, sino las características físicas exactas de cada cerro y la composición de su suelo.

Afortunadamente el caso estatal no permea en toda la región. El municipio de Puebla tiene en su página de Internet un completo Atlas de Riesgos realizado el año pasado. En este se puede encontrar un panorama sobre todas las colonias y sus grados de riesgo ante diversos fenómenos naturales. Por ejemplo, el Atlas permite saber que el suelo del Barrio de Analco está compuesto por depósitos de río y que ello lo sitúa como una zona con peligro muy alto en caso de sismo, mientras que en la Zona Habitacional de La Margarita el riesgo por este fenómeno natural es bajo. Esta información permite eventualmente prever el tipo de construcciones que se pueden realizar, así como da información para que los ciudadanos tomen decisiones al momento de adquirir un patrimonio.

La protección civil necesita de todos los involucrados. Los primeros interesados en salvar la vida son los mismos ciudadanos. Si bien todos estábamos contentos de perder clases por simulacros, esos ensayos eventualmente pudieron salvar varias vidas.Un gobierno que no tiene información sobre los riesgos es ineficaz y un gobierno que tiene la información pero la oculta no demuestra estar preocupado por la vida de sus habitantes.

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