jueves, 13 de marzo de 2008

¿Lo mismo todos los días?


El efecto de acostumbrarse a una rutina es maniqueo, extremo, distante entre sus puntos y demasiado radical. En todo tipo de programas se escucha a expertos quejarse de que la gente no vive feliz porque se acostumbra a una rutina. ¿Es siempre malo eso? ¿No es deliciosa la rutina cuando haces lo que más te gusta y apasiona en la vida?

Sin embargo, el mundo actual dice que esto no es cierto. La rutina es lo peor que puede pasar en esta vida, y uno debe estar atento para nunca caer en ese ser demoniaco rutinario. La rutina es perversa, malévola, destruye todo lo que toca, como López Obrador (jejee, es broma), Martha Sahagún, el Chupacabras, la impotencia sexual o el narcotráfico.

La siguiente historia es muy común. Un matrimonio truena después de miles de años porque la vida se volvió rutinaria. Todos los días era lo mismo: levantarse, saludarse, separarse para las acciones cotidianas, verse en la tarde-noche, dormirse, para al otro día levantarse, saludarse, separarse de las acciones cotidianas, verse en la tarde-noche, dormirse, para al otro día… Los “estudiosos” de esos casos mienten (o quizás estén mal informados) en sus apreciaciones cuando dicen que fue porque los absorbió la rutina. Observan un caso que no funcionó y creen que los que funcionan son distintos. Ni madres.

Recientemente la persona que más quiero me ponía un ejemplo buenísimo para describir este tipo de errores, cuando una persona afirma algo tajantemente. Una empresa que hace estudios de ADN (de las que te dicen si tus hijos son verdaderamente tus hijos o los del lechero) ponía en su publicidad algo más o menos así: “¿Está seguro de que sus hijos son SUS hijos?” y en letras chiquitas: “Más del 70% de nuestros clientes, descubren que no”. Cualquiera pensaría que debe ir a hacerse un estudio de este tipo, pues da a entender que las mujeres son unas cabronas y nos andan engañando al por mayor. ¿Cuál es el error de este tipo de afirmaciones? (pues indudablemente el 70% de sus clientes descubren eso)

El error es que toman como muestra SÓLO sus clientes. Individuos que por X, Y o Z razón se van a hacer estudios de ADN. Hombres blancos como la leche con mujeres blancas como la nieve que súbitamente tienen un hijo prieto prieto. Hombres que descubren que su hijo se parece a su mejor amigo. Si la empresa tomara una muestra de todos los hijos “legítimos” (esta palabra ya no se usa, pero no encuentro otra mejor) y sus padres, seguramente el porcentaje caería dramáticamente.

A lo que voy es que no creo que la rutina sea ese mal perverso. Creo que a nivel global todas las vidas son rutinarias. Si un hombre de negocios debe viajar todos los días, su rutina es viajar a diario. Si un obrero escribe todas las tardes, su vida es rutinaria porque todas las tardes escribe. Creo yo, la diferencia está en si lo que haces te gusta, en si estás rodeado de gente de la que te guste rodearte. Si la persona que viaja todos los días le encanta conocer gente, su rutina será feliz. Pero si a alguien le caga viajar y de repente se encuentra todos los días fuera de su casa, su rutina lo hará sumamente infeliz. Jonathan Keller, un wey cualquiera y el monito que aparece en la foto se ha fotografiado en una posición muy parecida, todos los días, durante varios meses y años. Me imagino seguirá haciendo este ritual durante muchos días más y quizás ese factor rutinario lo haga más feliz cada día. (hay un video muy cagado con los cambios en youtube)

Mi vida en la preparatoria era demasiado rutinaria. Despertar 6.30, bañarme, subirme al coche, bajarme en la escuela a las 7.00, tomar clases todo el día, entrenar después de clases, regresar a la casa, comer, ver la tele, hacer algo de tarea y dormir. Comparada con la vida de hoy era demasiado rutinaria. No viajaba tanto, no tenía coche para salir adonde se me antojara, el dinero me restringía mucho el tipo de rompimientos de rutina que podría tener (como salir a otro lugar o echarme un trago), etc, etc, etc. Sin embargo, neta esos años fueron mucho mejores que los que vivo ahora (y no es porque me queje de mi vida actual, simplemente mi rutina no es tan placentera).

Creo yo (aventurándome a hacer el mismo juicio de valor que los “expertos” mentirosos que descubrí hace rato) que la diferencia entre una rutina formidable y una tormentosa estriba en el saber concluir los ciclos. Dependiendo del momento en que rompas tu ciclo de rutina, se determinará tu felicidad o hastío. Si mantienes un ciclo durante más del tiempo que necesitas y desarrollas una rutina interminable, estarás condenado a sufrir de esa rutina.

Quizás si mi prepa hubiese durado 10 años, hoy diría que esos tiempos fueron fatales. Quizás si en las distintas actividades y procesos que he estado en mi vida hubiese intentado prolongarlos durante miles de años, hoy hablaría pestes de esos aprendizajes fabulosos. Lo importante es cerrar las etapas en los momentos más adecuados (aunque eso realmente nunca se sabe a ciencia cierta, fue mejor este minuto o el de hace 2 años, o el de hace 10 meses o el que vendrá en 40,000 horas??). Tal y como pronto cerraré una que tiene casi un año en mi vida.

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