lunes, 3 de agosto de 2009

Cuentito. Don blesio

En estos meses trataré de escribir más cuentos. Se aceptan, o mejor dicho: se solicitan comentarios y sugerencias acá o a mi mail.
_____________________________________________________

Don Blesio y los Leones Verdes


El día que más lloraron los nietos de Don Blesio no fue cuando murió su abuelo. Don Blesio llegó a la Ciudad donde jugaba el Club de Futbol Leones Verdes Asociación persiguiendo una mujer que amaba. Al llegar, la vida de la enamorada se había extinguido, al igual que el dinero para regresar a su lugar de origen. Don Blesio no sabía leer y sólo sabía poco, muy poco de jardinería y un poco menos de carpintería. De sus primeros días en la Ciudad nunca contó nada. Sus hijos y nietos no supieron si debió robar, llorar, engañar para sobrevivir o si mentía sobre la mujer que buscaba y en verdad huía de un robo, un corazón roto o un fraude.

Don Blesio contaba su vida desde que comenzó a trabajar en el departamento de Servicios Generales del Club de Futbol Leones Verdes Asociación. El trabajo era sencillo: mantener el estadio en buenas condiciones. Don Blesio no determinaba qué hacer, simplemente ejecutaba las mismas instrucciones: podar y arreglar el césped, pintar los postes de las porterías una vez al año y recoger la basura que dejaban los aficionados después de cada domingo. El trabajo era monótono y la paga apenas alcanzaba para cubrir los gastos de su familia.

Durante la época de gloria de los Leones Verdes había más trabajo y un poco más de dinero. En siete años los Leones Verdes obtuvieron cinco títulos con un equipo de ensueño. El capitán era un portero argentino con poca técnica pero mucha suerte. La defensa era su mayor baluarte con dos centrales que jugaron en la selección y uno incluso disputó un mundial. Durante los primeros tres campeonatos los dos laterales eran unos compadres que lo mismo burlaban en el ataque que recuperaban limpiamente el balón en la defensa. Después del tercer campeonato se pelearon porque una de las comadres fue mujer de ambos; el lateral derecho pidió dejar el equipo si se quedaba el lateral izquierdo, pero la directiva decidió correr a ambos por el lío de faldas. En una ciudad conservadora y pequeña, la prensa detonó el escándalo y el cura pedía a los aficionados no apoyar personas ni equipos inmorales. La media cancha del equipo era modesta, pero efectiva. Jugaban con tres medios de contención que metían tan duro la pierna que asustaban a los delanteros y mediocampistas rivales. Se complementaban con un armador cuyas únicas virtudes eran recibir la pelota como holandés y mandar pases milimétricos de 30 ó 40 metros. Los nombres de los delanteros cambiaron conforme pasaron los años, pues el buen paso les daba la oportunidad de emigrar a equipos que les pagaban más. Sin embargo, en esa etapa todos cumplían las mismas características: un extremo hábil, veloz y ambidiestro con un centro delantero alto que le pegaba fuerte al balón. El técnico penta campeón nunca varió su sistema: los primeros y últimos minutos todos los jugadores se iban al ataque intentando sorprender. Del minuto 10 al 80 la mayor parte del equipo se tiraba para atrás con la consigna de que los contrarios no llegaran al área. Si algún rival cruzaba la mitad del campo, el medio de contención más cercano debía soltar una patada. Al recuperar el balón, se le mandaba al armador, el cual debía recibir como holandés y meter un pase milimétrico al extremo. El extremo entretenía la pelota con su habilidad y después mandaba un pelotazo hacia el centro del área. El centro delantero debía empujar, cabecear o buscar una falta. Si conseguía el balón debía tirar a gol, sin importar dónde estuviera en la cancha. Con ese sistema los Leones Verdes ganaron sus títulos y calificaron para las copas Interamericanas. Estos torneos implicaban 8 partidos más al año, por lo que Don Blesio trabajaba y ganaba horas extras.

A pesar de trabajar en el club, ni a Don Blesio ni a sus hijos les llamó la atención el futbol. Pudieron ver en el estadio cada uno de los partidos más gloriosos de los Leones Verdes sin pagar un solo peso y nunca lo hicieron. La gloria moderna pasó frente a ellos y ni siquiera voltearon a verla. Con el dinero extra, Don Blesio y su familia visitaban el balneario de Chicostitle cada semana y una vez al año iban a la playa de Azucenita.

La primera vez que Don Blesio asistió a un partido fue para llevar a sus dos nietos. El mayor aún no tenía ocho años pero ya eran fieles aficionados a los Leones Verdes. En ese entonces Don Blesio tenía más de 25 años trabajando para el club. Durante el juego Don Blesio no prestó atención al partido y no se enteró que los Leones Verdes habían sido goleados por un equipo mediocre, sino que prefirió analizar el comportamiento de las personas. Vio que la gente deja sus vasos en el lugar donde se sientan porque faltan basureros a la salida y que algunos otros los avientan intentando golpear algún jugador. El lunes, de regreso en el trabajo, Don Blesio planteó a su jefe inmediato algunas ideas que ayudarían a tener un mejor estadio: colocar basureros, letreros indicando a la gente que no tiraran basura y arreglar las mallas protectoras para no se aventaran objetos.

–Cuánto llevas trabajando acá? – preguntó el jefe de Don Blesio, una vez que terminó de platicar brevemente sus ideas

-24 ó 25 años señor, ya ni me acuerdo- respondió el trabajador

-Ok. Entonces ya olvidaste que lo que propones ya existía antes. Todo lo que me dices son buenas ideas, pero en este momento, el equipo no tiene dinero y sí tiene muchas otras cosas más importantes de las cuales preocuparse- remató el jefe sin dar más explicaciones

Esa temporada la gente dejó de asistir al estadio, por lo que se generaba menos basura. Don Blesio no regresó a ver un partido hasta el final de la temporada y porque sus nietos se lo suplicaron. Alejado del fútbol y sus estadísticas, Don Blesio vio exagerado el comportamiento de los aficionados a los Leones Verdes, cuando el equipo con playera roja y azul anotó un gol casi al terminar el partido. El estadio entró en un silencio fúnebre y en menos de un minuto, se escuchaba un llanto unísono y doloroso, lo mismo de los jugadores y el cuerpo técnico que el de todos los aficionados. Un estadio lloraba como si hubiera muerto el Papa.

Cinco años después de ese partido y poco antes de que Don Blesio cobrara su liquidación, el Club de Futbol Leones Verdes Asociación se declaró en banca rota. No pagó indemnizaciones ni liquidó a ninguno de los pocos empleados que quedaban. Pocos meses después, Don Blesio murió de tristeza, falta de trabajo y exceso de rutina inactiva. Sin enfermedades ni tragedias económicas, un domingo durmió y el lunes no despertó. Sin reflexionarlo y ninguneando el juego, el buen paso de los Leones Verdes le había dado vida. Sus nietos lloraron mucho al enterarse de la muerte de su abuelo, aunque no tanto como cuando fueron al estadio con él por última vez y un gol de último minuto del Centauro Galindo mandó a los Leones Verdes a la Segunda División

No hay comentarios: