martes, 11 de agosto de 2009

Camino de obstáculos

Los seres humanos casi no miramos al cielo. Quizás sea porque no podemos volar y siempre andamos sobre la tierra. Finalmente el cielo no nos pone obstáculos que debamos saltar o superar.

Una vez que se aprende a caminar correctamente, el objetivo pasa de buscar movilidad a evitar los tropiezos. Las caídas son la principal fuente de humor y el chiste preferido tanto de Chaplin, Cosby, Viruta o Polo Polo como de Chespirito. A nadie le gusta provocar risa, a menos de que sea premeditada y otorgue buenas regalías, ya sea en dinero o en cariño.

La otra tarde me vi obligado a poner especial atención al camino donde andaba, ya que se encontraba lleno de obstáculos. Tenía miedo a caer y ser objeto de burlas. Me sentía peor que en el metro del DF esquivando ambulantes, señoras con grandes bultos o el choque con otras personas. La situación no era incómoda, sino todo lo contrario. El parque por el que cruzaba se encontraba lleno de familias haciendo picnics, niños jugando y parejas platicando. Había tanta gente que debíamos ingeniárnoslas para no pegarle a nadie.

El entorno respiraba mucha armonía. Los lugares de convivencia del ser humano deberían ser afuera de las casas. Debería decretarse que los hogares sean para resguardarse del clima, cocinar, comer y descansar. Un parque atiborrado es un indicador de que la gente se siente tranquila, segura y respeta el espacio que le pertenece a todos.

El temor a ser despojado de nuestras pertenencias nos aleja de los parques, las banquetas y los lugares comunes. En una ciudad que consideramos peligrosa, buscaremos estar rodeados sólo de aquellos que no nos harán daño. Un ciudadano temeroso se refugia en su casa con su televisión, su novela, su juego de video o su noticiario. Éste último le dice que no salga, que tenga miedo, que con la delincuencia no se puede, que ya se mataron a más niños, que ya se violaron a más mujeres. No le recuerda al televidente que alguien en el hogar también puede hacerle daño.

La colonia donde vive mi abuela está rodeada de parques. Hay uno a dos casas, otro enfrente del primero (acondicionado como cancha de futbol) y uno más del otro lado. Frente a este último, hay una secundaria. Desde que recuerdo, a las 2 de la tarde la cancha de fútbol se ocupa por muchachos que antes soñaban llamarse Ramón Ramírez o Romario, pero que hoy sueñan ser cristiano Ronaldo o messi. En los juegos infantiles los jóvenes coquetean y desconozco cuántos muchachos hayan aprendido a besar o a fumar en esos parques.

Durante la tarde los vecinos ocupaban los parques para llevar a sus hijos o nietos. Cuando era niño, nos llevaban a mi prima y a mí a los columpios, el sube y baja, el pasamanos y una especie de pista, donde aprendimos a patinar y a andar en bicicleta. Desde hace años los juegos están en mal estado y no tengo idea de cuántos vecinos sigan llevando a sus hijos o nietos. Incluso desconozco si aún hay niños en esa colonia o si sólo se aparecen en lugares con parques bonitos.

A pesar de que desde hace más de diez años las luminarias no sirven, nunca hemos sabido de un asalto. A pocas cuadras se encuentra la universidad del Estado y quizás habría sido normal que alguien le quitara sus pertenencias a algún estudiante foráneo. El barrio es muy tranquilo o vivía en una zona de pobres.

No acostumbro ver el cielo durante el día, pero me fascina ver las estrellas. Los Caballeros del Zodiaco catalizaron mi afición. Cuando tenía diez años ya no veía la noche sólo para asombrarme, sino para encontrar las constelaciones de la caricatura. Nunca perdí esa afición, aunque dejé de buscar constelaciones.

Cuando salía caminando de casa de mi abuela en las noches, volteaba a ver las estrellas al cruzar el parque. No había buena iluminación, pero lo había memorizado y no tenía miedo de caer. Nadie andaba en el parque después de las 7 por lo que tampoco tenía miedo de tropezar con alguien. De haber existido luminarias, juegos infantiles en buen estado y mayor sensación de seguridad, habría cuidado más mi paso para no tropezar con algún niño y provocar la burla de los demás.

Creo hubiera preferido evitar los obstáculos que voltear al cielo.

No hay comentarios: