jueves, 6 de agosto de 2009

Ce Mexico melahuac

La única máquina del tiempo que he conocido es el camino a Tonalich. Cuando iba de misiones a la Sierra Norte de Puebla, Xaltipan era de las comunidades más alejados que podían tocarte. Llegar ahí implicaba viajar casi dos horas en una camioneta que salía una vez al día. Xaltipan es un lugar indígena, arenoso y sumido en la pobreza. A casi una hora caminando por una vereda que combinaba paisajes llenos de vegetación con caminos desolados se encontraba Tonalich.

Tonalich eran un conjunto de veinte casas de madera, sin caminos trazados entre ellas, sin escuela, luz eléctrica, piso firme, agua potable, drenaje, ni hispanoparlantes (o al menos yo no los encontré). Entrar a una casa en Tonalich implicaba ser recibido por una señora con vestimenta indígena, cuidando a sus hijos descalzos y esperando a que su marido regresara de recoger granos. La gente cocinaba a leña, sólo sabía hacer tortillas, cocer frijoles y dormían temprano para no usar tantas velas. La comunicación era sólo en náhuatl y mi vocabulario de 50 palabras sólo alcanzaba para decir cómo estás, cómo te llamas, cuántos años tienes y ya me voy. Las velas y las imágenes de los santos en el altar de las casas eran la única imagen occidental, pues ni televisa ha llegado ahí. Al salir, uno se queda con la sensación de haber viajado quinientos años en el tiempo para ver la vida en esta parte del mundo en el año 1509. En Tonalich pareciera que nunca llegó Colón, que Cortés no conquistó Tenochtitlan, Hidalgo no se levantó en armas y que el PRI no estuvo en el poder.

La vida de la gente de Tonalich es injusta. Este país ha olvidado durante cientos de años a su población indígena. No creo en las cursilerías de que la tierra les pertenece legítimamente, que su visión de la vida es mejor o en la estupidez de que ellos lo han buscado por flojos o tontos. Tampoco creo que la justificación para mejorar su calidad de vida sea para conservar su riqueza cultural o sus enseñanzas. Mejorar sus condiciones de vida es una cuestión de justicia social.

En otros países de Latinoamérica pareciera que los indígenas han despertado. En otros lugares del mundo la integración de los aborígenes ha tenido mayor éxito. En México, a finales del siglo pasado, un encapuchado nos recordó durante un tiempo sobre este olvido. El Ejército Zapatisa lanzó la “Guerra contra el Olvido” y se levantó en armas no sólo contra el gobierno, sino contra el Estado mexicano. Una de las personas más letradas que ha escrito sobre las condiciones de los indígenas es el subcomandante Marcos. También me parece que muchos de sus escritos reflejan el espíritu y la pasión de la flor y el canto precolombina, junto con el reclamo social. Sin embargo, desconfío de Marcos y sus métodos. No creo en una sociedad que reclame derechos si no tiene para comer.

Hace unos ocho años se hicieron reformas a la Constitución para que los pueblos indígenas dejaran de ser olvidados y se autogobernaran. Hay posturas encontradas respecto a sus alcances. Los más derechosos piensan que fue un cheque en blanco para que las comunidades hagan lo que quieran, para que maten, violen, asesinen, vendan a sus mujeres o castiguen castrando a los delincuentes escudándose en que así marcan sus tradiciones. Los más izquierdosos piensan que reconocer el sistema de usos y costumbres no es suficiente, pues aún se encuentran olvidados y que el gobierno los mata, viola, asesina, coge a sus mujeres y los castra por no tener dinero para pagar la justicia. Los escépticos creen que los que promovieron esas leyes fueron oportunistas y no verdaderos indígenas. Yo creo que el indígena no sólo reclama derechos, exige políticas para trabajar libremente, alimentarse, estar sano y desarrollar sus habilidades.

También me queda claro que algunas comunidades indígenas mantienen costumbres no saludables para las democracias occidentales: minimizan a sus mujeres no dejándoles la posibilidad de ser electas, venden a sus hijas, promueven el maltrato infantil y algunas otras son violentas con el ejército. Entender la cosmogonía indígena es imposible en un país con más de 40 (o 60) lenguas y con sinfín de problemas étnicos entre ellos. Algún romántico defensor de la racionalidad humana pensaría que basta con convencerlos de que ello no es bueno, con argumentos liberales y de que no les habría gustado que se los hicieran a ellos. La seguridad y libertad occidentales para alcanzar un buen desarrollo.

Comparto esa idea y creo que nadie debe ser vendido, esclavizado o torturado como aún se respeta en algunas comunidades bajo los usos y costumbres. Sin embargo, cómo convencer a una comunidad de que los valores occidentales son correctos si esos occidentales no los han escuchado durante más de 500 años. Cómo hacerles entender que pegarle a sus mujeres está mal si históricamente han sido abusadas por otros. Cómo pueden ellos pensar en defender sus derechos si tienen que dedicar todas sus energías para comer. El Estado mexicano no tiene autoridad moral para hacerlo y un país que no les ha dado oportunidades no debería exigirles responsabilidades.

Aún hay muchos pueblos indígenas que no oímos, que no vemos, que minimizamos o incluso ignoramos. A pesar de las injusticias los seguimos pisoteando, los hemos sangrado y destrozado su espíritu. Hace mucho les pisotearon sus creencias y deidades. La migración se ha vuelto su única salida. Deben salir de su lugar de origen para trabajar en cualquier ciudad o en algún otro país que sí les dé la oportunidad de que los hijos puedan ser mejores que los padres.

Ojalá algún día niño indígena que nazca en Tonalich tenga las mismas oportunidades para ser chofer de sabritas, ingeniero, mecánico, filósofo, maestro de matemáticas o campesino, que cualquier niño que nazca en otro lugar del país. Que no sea discriminado por su color de piel, lengua o costumbres, sino que las acople a una sociedad donde las oportunidades sean similares para todos. Que los demás mexicanos vean a este niño como un compatriota y no como alguien completamente distinto o que incluso sigan sin verlo. Lamentablemente las máquinas del tiempo no se han inventado y tengo pocas esperanzas de que Tonalich viaje de tajo 500 años hacia el futuro.

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